Según el criterio oficial DSM-IV la Crisis de Angustia o Ataque de Pánico se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo a volverse loco, perder el control o morirse.
Durante estas crisis también aparecen síntomas como falta de aliento, hiperventilación, palpitaciones, extraños cambios en la temperatura de distintas partes del cuerpo, opresión o malestar torácico, malestar abdominal, temblores, dolores o rigidez musculares y sensación de atragantamiento o asfixia.
El Trastorno de Angustia o Desorden de Pánico (sin Agorafobia) se caracteriza por crisis de angustia repetidas e inesperadas que causan un estado de permanente preocupación al paciente.
Tras varias crisis de Angustia es común la aparición de Agorafobia.
En el tratamiento de la Angustia y el Pánico, como herramientas que multiplican la eficacia de los tratamientos psicológicos convencionales, se han desarrollado en los últimos años:
- Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral (LEER MÁS)
- Técnicas de Psicología Energética (LEER MÁS)
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Pablo Pérez García, Psicólogo Col.O-2138
Experto en Psicopatología y Salud
Teléfono: 629 835 699
pablo@akapsico.com
Gijón, Asturias.
Según el criterio oficial DSM-IV, la Agorafobia se caracteriza por la aparición de ansiedad o comportamiento de evitación (reacción fóbica) en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso), o bien donde sea imposible encontrar ayuda en el caso de que aparezca en ese momento una crisis de angustia o síntomas similares a la angustia.
En realidad la Agorafobia es un intento más o menos consciente y escasamente eficaz de reducir la posibilidad de sufrir otro Ataque de Pánico o Crisis de Angustia (las personas que sufren de Agorafobia sin haber experimentado ataques de pánico o crisis de angustia son muy pocas; en estos casos, la Agorafobia está ligada a otro tipo de trauma psíquico y constituye, igualmente, un intento infructuoso por escapar a la posibilidad de volver a sufrir un trauma del mismo tipo o similar).
En el tratamiento de la Agorafobia, como herramientas que multiplican la eficacia de los tratamientos psicológicos convencionales, se han desarrollado en los últimos años:
- Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral (leer más-pinchar aquí)
- Técnicas de Psicología Energética (leer más-pinchar aquí)
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Pablo Pérez García, Psicólogo.
Teléfono: 629 835 699
pablo@akapsico.com
Oviedo y Gijón.
Por definición, “onda” en el campo de la física se entiende por “propagación de una perturbación de alguna propiedad de algún medio”.
Ejemplos de propiedades son la densidad, presión, campo eléctrico o campo magnético.
El medio perturbado puede ser el agua, el aire, un trozo de metal, el espacio o el vacío.
La propagación puede ser longitudinal, cuando la vibración es paralela a la dirección de propagación de la onda (los sonidos son ejemplos de ondas longitudinales) o transversal, cuando las vibraciones son perpendiculares a la dirección de propagación de la onda (como las ondas electromagnéticas: radio, microondas, infrarrojos, luz visible, ultravioleta, rayos X y gamma).
Cualquier cambio en cualquier propiedad de determinado medio representa una perturbación respecto del estado anterior. La onda transmite o propaga información sobre las características del cambio o perturbación acaecida.
Una emisora de radio codifica la información, que se trasmite en forma de ondas mecánicas a través del aire, que a su vez son descodificadas por el receptor o aparato de radio doméstica.
En el cuerpo humano se realizan continuamente procesos similares: una célula o agrupación de ellas experimentan un cambio o perturbación en su estado, lo cual es transmitido a través del medio extracelular y recibido por las proteínas integrales de membrana (PIM) de otras células. Estas PIM funcionan a modo de “antenas” que no sólo responden a señales físicas (estrógenos, histamina, insulina, etc.), sino también a campos de energía ondulatoria (ondas).
Pablo Pérez García.
Psicología Energética.
Bibliografía de Referencia
Al estimular la Respiración Abdominal, es decir, respirando predominantemente con la barriga en vez de con el pecho (Respiración Torácica), conseguimos, entre otros cambios beneficiosos para la salud, que sea el Diafragma el músculo principalmente responsable del proceso respiratorio, en vez de los músculos Intercostales (que utilizamos en la Respiración Torácica).
Al ser el Diafragma un músculo más grande y fuerte y mejor desarrollado y diseñado filogenéticamente (en la evolución de la especie) para sostener continuamente el trabajo muscular que implica el acto de respirar, este tipo de respiración resulta más saludable y beneficioso para los procesos de relajación y descanso del organismo.
La implicación preferente de los músculos Intercostales en la respiración está muy relacionada con los estados de Estrés del organismo (estados de alta activación fisiológica). Tanto la Respiración Torácica (músculos intercostales) como el Estrés (hiperactivación fisiológica) si se mantienen demasiado tiempo, generan problemas de salud. En el caso de los músculos Intercostales el problema más común y evidente es el dolor de pecho (por sobrecarga muscular) que, desgraciadamente, muchas veces nos lleva a pensar que tenemos algún problema en el corazón.
Este dolor de pecho es muy común en las personas que sufren Trastornos de Estrés y/o Ansiedad, ya que la Respiración Torácica (utilizando los músculos Intercostales de la zona alta del pecho por encima de sus capacidades) es característica de las personas que sufren estos trastornos ligados al Estrés y la Ansiedad.
Debemos recordar que el Estrés y la Ansiedad pueden ser estados adaptativos, saludables y en muchos casos necesarios para sobrevivir. Sin embargo, cuando son mantenidos durante mucho tiempo, producen problemas físicos, emocionales y psicológicos.
El dolor de pecho derivado de la utilización preferente y sostenida de los músculos Intercostales en la respiración (en vez del Diafragma) es una de las consecuencias más comunes y preocupantes asociadas al Estrés y los Trastornos de Ansiedad.
Las personas que sufren Crisis de Angustia/Ataques de Pánico, Trastorno de Angustia/Desorden de Pánico y/o Agorafobia, muestran una marcada tendencia, debido a las Interpretaciones Catastrofistas (uno de los síntomas comunes en estos Trastornos de Ansiedad) a creer que se trata de un problema de corazón, con la consiguiente preocupación y malestar añadido al ya de por sí angustiante dolor.
La Respiración Abdominal, así como otras Técnicas de Respiración y Relajación, o modernas Técnicas de Auto-Ayuda como EFT pueden resultar muy útiles para reducir el Estrés y la Ansiedad.
Distintos autores (Finch, Lipovsky y Casat, 1989; Dobson, 1985; Sandín, 1997) sugieren desde un entorno académico y basados en el rigor estadístico lo que se observa claramente en la clínica: la Ansiedad precede en muchos casos a la Depresión.
En el campo de la neurofisiología encontramos apoyo a esta observación clínica y resultados estadísticos: los estados de Ansiedad correlacionan significativamente con hiperactividad monoaminérgica (noradrenalina, serotonina, etc.) y la Depresión con hipoactividad: agotamiento del sistema (Gray, 1982).
Esto nos permite entender porqué ciertos psicofármacos diseñados para el tratamiento de la Depresión (inhibidores de la recaptación de la serotonina y/o noradrenalina) pueden generar a corto plazo mejoría en el Trastorno de Angustia/Desorden de Pánico (McNally, 1996), de la misma manera que nos indica la razón por la que dichos psicofármacos resultan a menudo ineficaces a largo plazo tanto para la Depresión como para el Trastorno de Angustia: si la Depresión es resultado del agotamiento de la Serotonina y/o Noradrenalina en el cerebro, y los fármacos psicoestimulantes lo que consiguen es que la poca cantidad de estos neurotransmisores que queda disponible esté más activa (no sea re-captada por la neurona presináptica), pero la Ansiedad continúa desgastando el sistema (hiperactivación noradrenérgica y serotoninérgica) es lógico pensar que, con el tiempo, el agotamiento del sistema sea cada vez mayor.
Esta circunstancia la viven miles de pacientes con Ansiedad y Depresión que confían el tratamiento de su afección a los psicofármacos: las dosis van subiendo en la mayoría de los casos (cuando la situación y/o respuesta de estrés/ansiedad no es pasajera y puntual), la marca y composición específica del medicamento va cambiando, y los estados/episodios depresivos se cronifican y, en muchos casos, la sintomatología se acentúa y se complica, no sólo debido al propio trastorno ansioso-depresivo, sino además debido a los efectos adversos de los medicamentos.Pablo Pérez García, Psicólogo.
Experto en Psicopatología y Salud.
Las interpretaciones catastrofistas constituyen uno de los aspectos centrales del Trastorno de Angustia, antes llamado Desorden de Pánico.
Estas pueden aparecer tras los primeros síntomas de
El Estrés y la Ansiedad generan una focalización de la atención, es decir, una reducción del campo al que atiende la persona. Esto produce que a la persona estresada o ansiosa le pasen desapercibidos diversos aspectos de la realidad que, en lo que nos concierne, pueden estar provocando estrés, como son los ruidos, y atribuya su malestar a algo que está por venir (miedo, ansiedad) o a algo que funciona mal en su organismo (pánico, angustia).
Las creencias negativas e interpretaciones catastróficas de la realidad más frecuentes son las siguientes (Solvey & Solvey, Terapias de Avanzada, Buenos Aires, 2006):
- “Las palpitaciones son señal de infarto”.
- “Los mareos son señal de ataque cerebral”.
- “El cosquilleo en las manos es señal de infarto o ataque cerebral”.
- “Me voy a desplomar”.
- “Me falta aire, no podré respirar y me asfixiaré”.
- “Cualquier señal corporal inexplicable, es señal de un proceso interno catastrófico e imparable”.
- “Si consigo atención médica inmediata aun podría salvarme”.
- “Una perturbación tremenda puede ocurrir en cualquier momento”.
- “Nada puedo hacer para evitarlo yo solo”.
- “Si tengo acceso a un médico o a alguien de confianza, puedo evitarlo o mitigar sus tremendas consecuencias”.
- “Cualquier sensación corporal puede ser un signo de que empieza el proceso demoledor”.
- “Si este proceso no es frenado, puede acelerarse hasta llegar al desastre final (muerte por sofocación, infarto, etc.)”.
Pablo Pérez García, Psicólogo (Gijón, Asturias).
Algo me preocupa: en el cuadro de mandos de mi coche hay un piloto rojo permanentemente encendido. Quizá sea algo importante. Lo llevaré al mecánico a que me lo mire.
En el taller el mecánico se muestra muy seguro, parece que sabe lo que tiene entre manos. Se lleva mi coche adentro, lo revisa, algo hace y, aunque yo no sé lo que es, confío en él. Él es el profesional.
Al rato me entrega el coche y me dice que ya está arreglado. Compruebo el cuadro de mandos y, en efecto, el piloto ya no se enciende. No sé lo que ha hecho pero supongo que ha resuelto la avería. Al fin y al cabo él es el profesional, él sabe y, aparentemente, ha resuelto el problema. Puedo irme tranquilo. Le doy las gracias, le pago y me voy…
¿Se iría tan tranquila esta persona a los mandos de su vehículo si supiera que el “arreglo” del mecánico consistió simplemente en quitar el fusible correspondiente y por eso el piloto se apagó?
¿Se iría tan tranquila esta persona si supiera que el piloto indicaba falta de aceite y que, ahora que no luce, en cualquier momento el nivel de aceite puede bajar tanto que se rompa el motor?
Y si llega a romperse el motor por falta de aceite… ¿Tendrá esta persona suficientes pruebas para denunciar al mecánico? ¿O será su palabra contra la de él, que es el profesional y está respaldado por su gremio y, en todo caso, sus fallos están cubiertos por una entidad aseguradora y su responsabilidad es limitada?
¿Y qué pasaría si en vez de estar hablando del piloto del aceite estamos hablando de un dolor de pecho?
¿Qué pasaría si en vez de hablar de un mecánico hablamos de un médico?
¿Qué pasaría si en vez de quitar un fusible para que no luzca el piloto receta un ansiolítico para el dolor de pecho?
¿Qué pasa si en vez de hablar de un coche estamos hablando de nuestro organismo?
¿Qué pasaría si en vez de la falta de aceite estamos hablando de la Ansiedad?
¿Saldría la persona tan tranquila de la consulta del médico si supiera que lo que ha hecho prescribiéndole el ansiolítico (o pastilla para los nervios, Ansiedad, Estrés) es lo mismo que ha hecho el mecánico quitando el fusible?
¿Se iría tan tranquila la persona si supiera que tomando la pastilla lo que consigue es apagar el “chivato” o la luz roja que indica que algo no va bien?
¿Se iría tan tranquila si supiera que tomando la pastilla lo que consigue es no percibir el malestar hasta que la “avería” sea grave?
¿Se iría tan tranquila si supiera que los efectos adversos de los fármacos son la razón fundamental de que la Iatrogenia (las enfermedades resultantes de los tratamientos médicos) sea una de las principales causas de muerte en el mundo?
Pablo Pérez García, Psicólogo O-2138
Experto en Psicopatología y Salud.
El Desorden de Pánico/Trastorno de Angustia solo, no complicado, es bastante infrecuente. En él, la comorbilidad (aparición conjunta) con cualquier otro Trastorno de Ansiedad parece ser la norma, como sucede generalmente con otros Trastornos de Ansiedad. El 91% de los pacientes con Pánico y el 84% de los que sufren Agorafobia tienen, al menos, otro trastorno psicológico/psiquiátrico/emocional.
También existe comorbilidad con diversas patologías médicas, entre las cuales las más frecuentes son: colon irritable, migrañas, cefaleas, patologías cardiacas y enfermedad tiroidea.
El Ataque de Pánico/Crisis de Angustia también puede constituir una situación no patológica, consistente en uno o varios ataques de pánico a lo largo de la vida sin complicaciones.
El Ataque de Pánico/Crisis de Angustia, por otro lado, puede formar parte de diferentes cuadros clínicos además del Trastorno de Pánico (American Psychiatric Association, 1994):
- Depresión Mayor: entre el 40 y el 70% de los pacientes con Depresión Mayor presentan ataques de pánico. En estos casos el riesgo suicida es mayor por el temor a la pérdida de control. La Depresión precede al Trastorno de Pánico en un tercio de los individuos.
- Trastorno de Ansiedad Generalizado: un 25%.
- Agorafobia.
- Estrés Postraumático.
- Duelos patológicos.
- Fobia Social: 20-25%.
- Fobia específica: 10-20%.
- TOC: 8-10%.
Bibliografía:
Dres. Solvey, Terapias de Avanzada, Buenos Aires, 2006.
Podemos entender el miedo como una emoción, en cuanto a su acepción en la psicología: conciencia de un cambio en el organismo.
Sin embargo, entender el miedo como una creencia, la creencia de que algo malo está por suceder, es más util para comprender su relación con la Ansiedad. Desde este punto de vista, el miedo, disfrazado o directamente apreciable, está siempre presente en los Trastornos de Ansiedad: en las Fobias está el miedo al objeto fobígeno, ya sea una araña o una jeringuilla, y tratamos de escapar de él (saliendo de la habitación donde está la araña o desmayándonos, en muchos casos, cuando nos van a extraer sangre); en el Trastorno de Angustia encontramos el miedo a las sucesivas crisis, así como el miedo a morirse o a perder el control en plena crisis; en la Agorafobia el miedo tiende a extenderse a múltiples situaciones, limitando gravemente la vida de quien la sufre; en la Ansiedad Generalizada el miedo se muestra en la tensión, en el cansancio o en la irritabilidad; en el Estrés Postraumático el miedo es elicitado por distintos aspectos relacionados con la situación traumática.
Otro de los componentes fundamentales de la Ansiedad es la Angustia. En la Psicología se llama Angustia al componente fisiológico de la Ansiedad (dolor en el pecho, nauseas, temblores o rigidez de extremidades, etc.). Sin embargo no podemos negarle a la Angustia un componente emocional doloroso (quien nos dice “estoy angustiado” desde luego nos está informando de un malestar emocional) derivado de la incomprensión y la incomodidad de dichos síntomas fisiológicos. Algunos de los síntomas fisiológicos de la Angustia pueden están presentes también en, pongamos por ejemplo, un saltador de pértiga que se dispone a saltar para batir su propio record (ritmo cardiaco acelerado, sudor frío por la espalda o en las manos, temblores, y una mirada tan focalizada en el salto que no ve nada más a su alrededor – visión de túnel). Sin embargo el atleta interpreta estos cambios fisiológicos de una manera muy distinta debido a sus experiencias anteriores de esfuerzo, logro y superación. Su confianza y su creencia son diferentes.
Angustia y Miedo, los dos componentes fundamentales de la Ansiedad, se retroalimentan mutuamente (cuando la angustia crece surge un intenso miedo, el pánico; cuando el miedo sube, la angustia también se hace más frecuente e intensa, crisis). Y ya que las creencias se forjan en las experiencias (lo que nos han contado, lo que hemos visto o cómo nos hemos sentido en determinada situación o con determinada persona) que con el tiempo pasan a ser recuerdos más o menos cercanos, reexperimentar una situación recordada bajo las condiciones específicas que proveen las Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral, tiene la facultad de modificar la creencia, es decir, el miedo, lo cual se puede percibir por la disminución de la Angustia.