La Fobia a los animales o Zoofobia, en concreto la Fobia a los perros o la Fobia a los gatos son trastornos tan comunes que de manera lógica pensamos en una conexión entre la abundancia de estos animales domésticos y la elevada prevalencia de estas fobias.
Cuando observamos en una persona una reacción fóbica, tiende a resultarnos tan llamativo que a menudo preguntamos: “¿alguna vez te atacó uno?”. Y puede que así fuera. En ese caso la primera opción sería, en mi opinión, reprocesar el evento traumático (¿qué significa “REPROCESAR EL EVENTO TRAUMÁTICO”? PINCHAR AQUÍ) y observar si las manifestaciones fóbicas (miedo intenso y ganas de escapar, entre otros signos y síntomas de ansiedad) permanecen, se reducen o desaparecen. En caso de que permanecieran intactas sabríamos que ese no era una situación traumática relacionada. Si se redujeran pero sin desaparecer implicaría que el evento traumático está relacionado pero, o bien no es el fundante (puede ser el desencadenante) o bien simplemente está relacionado pero no se trata de un evento central en la etiología del trastorno fóbico.
Sin embargo hay casos en que cuesta encontrar un evento traumático específico relacionado directamente con los animales. En esos casos las posibilidades son varias: que haya una amnesia disociativa, que la relación con los animales sea indirecta, que se trate de un trauma vicariante (muchas veces observando la respuesta de otra persona) o bien que se trate de una sucesión de pequeñas amenazas que la persona no aprendió a afrontar y superar por diversas cuestiones como puede ser la sobreprotección paterna. En estos casos puede resultar más eficiente abordar en primer lugar el trastorno fóbico con técnicas de Psicología Energética o Tapping (¿qué son las técnicas de PSICOLOGÍA ENERGÉTICA o TAPPING? PINCHAR AQUÍ) que van directamente a la sintomatología de la fobia y que resultan muy efectivas resolviendo múltiples mini-traumas.
Pablo Pérez García, psicólogo Col. O-2138
Teléfono: 629 835 699
pablo@akapsico.com
Gijón, Asturias.
Podemos entender el miedo como una emoción, en cuanto a su acepción en la psicología: conciencia de un cambio en el organismo.
Sin embargo, entender el miedo como una creencia, la creencia de que algo malo está por suceder, es más util para comprender su relación con la Ansiedad. Desde este punto de vista, el miedo, disfrazado o directamente apreciable, está siempre presente en los Trastornos de Ansiedad: en las Fobias está el miedo al objeto fobígeno, ya sea una araña o una jeringuilla, y tratamos de escapar de él (saliendo de la habitación donde está la araña o desmayándonos, en muchos casos, cuando nos van a extraer sangre); en el Trastorno de Angustia encontramos el miedo a las sucesivas crisis, así como el miedo a morirse o a perder el control en plena crisis; en la Agorafobia el miedo tiende a extenderse a múltiples situaciones, limitando gravemente la vida de quien la sufre; en la Ansiedad Generalizada el miedo se muestra en la tensión, en el cansancio o en la irritabilidad; en el Estrés Postraumático el miedo es elicitado por distintos aspectos relacionados con la situación traumática.
Otro de los componentes fundamentales de la Ansiedad es la Angustia. En la Psicología se llama Angustia al componente fisiológico de la Ansiedad (dolor en el pecho, nauseas, temblores o rigidez de extremidades, etc.). Sin embargo no podemos negarle a la Angustia un componente emocional doloroso (quien nos dice “estoy angustiado” desde luego nos está informando de un malestar emocional) derivado de la incomprensión y la incomodidad de dichos síntomas fisiológicos. Algunos de los síntomas fisiológicos de la Angustia pueden están presentes también en, pongamos por ejemplo, un saltador de pértiga que se dispone a saltar para batir su propio record (ritmo cardiaco acelerado, sudor frío por la espalda o en las manos, temblores, y una mirada tan focalizada en el salto que no ve nada más a su alrededor – visión de túnel). Sin embargo el atleta interpreta estos cambios fisiológicos de una manera muy distinta debido a sus experiencias anteriores de esfuerzo, logro y superación. Su confianza y su creencia son diferentes.
Angustia y Miedo, los dos componentes fundamentales de la Ansiedad, se retroalimentan mutuamente (cuando la angustia crece surge un intenso miedo, el pánico; cuando el miedo sube, la angustia también se hace más frecuente e intensa, crisis). Y ya que las creencias se forjan en las experiencias (lo que nos han contado, lo que hemos visto o cómo nos hemos sentido en determinada situación o con determinada persona) que con el tiempo pasan a ser recuerdos más o menos cercanos, reexperimentar una situación recordada bajo las condiciones específicas que proveen las Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral, tiene la facultad de modificar la creencia, es decir, el miedo, lo cual se puede percibir por la disminución de la Angustia.
La Aracnofobia o fobia a las arañas es una de las manifestaciones de la Zoofobia o fobia a los animales más extendida.
Las personas que sufren esta fobia tienden a mantenerse alejados de sitios donde creen que puede haber arañas o donde han observado telas de araña. Sienten rechazo a entrar en un lugar en donde hayan visto una araña, aunque fuera de lejos, y habitualmente les supondrá un gran esfuerzo permanecer en ese lugar, no importando lo inofensiva que sea la araña.
La Aracnofobia o fobia a las arañas tiene implicaciones importantes para quien la sufre, como dónde escogerá vivir, dónde irá de vacaciones o en qué ocupará su tiempo libre.
Parece que la Aracnofobia o fobia a las arañas tiene relación con el miedo, frecuentemente inconsciente, a ser tragado, inmovilizado o atrapado, debido a la manera en que las arañas capturan a los insectos voladores en sus redes.
Como todas las fobias, constituye un miedo patológico e implica fuerte tendencia a huir o evitar el estímulo fobígeno. Es importante diferenciar entre un miedo adaptativo a las arañas, como el que puede experimentar una persona en cuyo entorno existen arañas potencialmente peligrosas para su salud, lo cual le permite estar alerta y detectar su presencia antes, y el terror fóbico.
En la Península Ibérica, como en toda Europa, abundan las arañas y casi todas ellas poseen veneno. Algunas de ellas, aunque pocas, son gravemente patógenas para el hombre, especialmente para niños con peso menor a 15 Kg., ancianos, enfermos coronarios, cuadros de hipertensión grave y embarazadas.
De manera que el miedo a las arañas, y el estado de alerta que la reacción de miedo desencadena y permite detectarlas más fácilmente, evitando así mordeduras que pueden causar daño físico, es adaptativo y parte de nuestro aprendizaje filogenético.
Sin embargo, cuando el miedo a las arañas es desmedido y aparece fuera de su contexto temporal, evolutivo y geográfico, puede ser perjudicial y limitar innecesariamente la vida de la persona. Es entonces cuando el miedo se convierte en fobia y la persona que lo sufre en aracnofóbica.
Es infrecuente que las personas que presentan Aracnofobia tengan una historia de intoxicación grave por mordedura, lo cual muestra que la relación entre el pasado biográfico y la sintomatología del aracnofóbico no es directa ni manifiesta en la mayoría de los casos.
En cualquier caso, las Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral, focalizadas en las situaciones en que la persona mostró esta conducta fóbica, tienden a esclarecer dicha relación, así como a reducir la sintomatología asociada. Es muy común observar cómo una persona aracnofóbica supera su miedo y cómo desaparece el trastorno mayoritaria o completamente tras pocas sesiones de reprocesamiento.
Pablo Pérez García, Psicólogo
Nota: este artículo no contiene fotos por respeto a las personas que sufren este trastorno.