Category : apego

AUTOCUIDADO SANO: ELEMENTOS, DESARROLLO E INTERVENCIÓN


Autocuidado: ¿qué elementos incluye?

El autocuiado sano tiene tres elementos diferentes:

  1. Una actitud o estado mental de valorar y querer al self lo que implica mejor autocuidado
  2. No pelear con uno mismo
  3. Desarrollar acciones específicas que aporten beneficios, crecimiento o valor al individuo

autocuidado

¿Cómo se desarrolla el autocuidado?

Los niños necesitan validación adulta de todas sus experiencias, para poder aceptarlas compasivamente, aprender de ellas e integrar toda la experiencia de cara a expandir su sentido del self. Esta capacidad para aceptar compasivamente todos los elementos de la propia experiencia se relaciona con otros aspectos de la salud mental, como es la autocompasión, fuertemente relacionada con el funcionamiento saludable en las relaciones interpersonales y también con un mejor autocuidado.

La idea central es que el niño internaliza las experiencias tempranas con sus cuidadores: se ven a sí mismos del mismo modo en que son vistos por los adultos que valoran. El modo en que han sido tratados configura su forma de entender qué es el autocuidado.

El apego seguro es tanto realista como optimista. El progenitor suficientemente bueno puede ver los errores que el niño comete, corrigiéndolos en un estilo positivo, sin minimización o negación lo que dirige al niño a un autocuidado sano.

autocuidado

¿Por qué no desarrollamos un autocuidado sano?

Si la experiencia interna del niño, sobre todo sus emociones, no son reconocidas por un cuidador, o si son incluso castigadas, el niño aprenderá a imitar e internalizar las actitudes negativas del adulto.

Cuando el progenitor castiga o ignora los sentimientos, pensamientos o conductas del niño, de un modo egoísta y no cariñoso, el niño internaliza la respuesta del adulto cuidador, incluso a expensas de sus propias necesidades, a fin de mantener la conexión especial con el cuidador.

Un concepto negativo internalizado del self puede entrar en conflicto, dentro del niño, con la necesidad de valorar el self, generándose sentimientos crónicos de inseguridad, especialmente en presencia de otra gente.

Esto puede verse desde la perspectiva del apego inseguro, llevando a la formación de un sentido inadecuado de autoconfianza, autonomía y eficacia o desde la perspectiva de la disociación estructural como la desactivación y desorganización de los sistemas de acción para el autocuidado.

La negligencia y trauma tempranos alteran el modo en el que las personas cuidan de sí mismas. Muchos aprendieron que necesitar era “malo”, que era egoísta y no estaba permitido.

¿Cómo podemos intervenir en casos de un deficiente autocuidado?

Antes de que los pacientes puedan resolver de modo efectivo los recuerdos debidos a actos traumáticos que han llevado a un autocuidado disfuncional, tienen primero que tener o desarrollar ciertas capacidades respecto a sí mismos, incluyendo:

  1. Mirarse a uno mismo con “los mejores ojos posibles”: con toda la empatía, el cariño y la fidelidad que la frase implica. El individuo debe tratarse a sí mismo de la misma manera que trataría a la persona que más quiere. Se relaciona con la “aceptación radical” de uno mismo.
  2. Mirarse a uno mismo con “ojos realistas”: capacidad para ser realista (sobre pasado, presente y futuro); empático y respetuoso hacia los demás y ser capaz de reconocer los fallos y errores propios.
  3. Reconocer y validar las propias necesidades: significa ser consciente de nuestras necesidades, basándonos en las sensaciones más elementales. Un niño que crece siendo ignorado o avergonzado en las necesidades emocionales y físicas básicas, carece de una discriminación clara entre distintas sensaciones y necesidades, y como adulto, puede sentir sólo un malestar indefinido, que no puede identificar como una necesidad específica.
  4. Protegernos de modo adecuado, es decir, establecer y entender la necesidad de límites: la psicoeducación y el desarrollo de modelos saludables para los límites interpersonales ha de introducirse y reforzarse a lo largo del tiempo. Pueden llevar a la aceptación de la creencia soy capaz de decir no cuando siento que es no, con total respeto por mí mismo y por la otra persona.
  5. Alcanzar un equilibrio entre nuestras necesidades y las de los demás: los pacientes que no detectan o no dan importancia a sus necesidades, pueden focalizarse en las de los demás. Una tendencia impulsiva de búsqueda de una necesidad, pone a esas necesidades a cargo de nuestras decisiones.

Una de las intervenciones con más apoyo empírico en el tratamiento del trauma psicológico es el EMDR. Para más información: EMDR

 

Andrea Figar Álvarez

Psicóloga

TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA Y APEGO


Trastornos de la conducta alimentaria y apego

En el contexto de los trastornos de la conducta alimentaria el papel del apego se incluye como una pieza importante aunque no única dentro de los múltiples factores que los explican.

Los trastornos de la conducta alimentaria y de la ingesta de alimentos se caracterizan por un desorden persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con ella que lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los alimentos y que causa un deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento psicosocial.

Un estilo de apego caracterizado por la sobreprotección o la separación de la figura de referencia, podría ser un factor que influiría en el posterior desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria.

Esta patología surgiría como una reacción a las dificultades en el vínculo y a la vivencia de impotencia, desplazando el conflicto al cuerpo y ejerciendo control sobre él a partir de los comportamientos alimentarios.

Se ha conceptualizado el apego inseguro como una variable transdiagnóstica que aumenta el riesgo general de padecer un trastorno de la conducta alimentaria. Las personas que lo presentan muestran mayores niveles de apego inseguro y estados mentales desorganizados.

El temor al rechazo y al abandono, característico del apego inseguro, correlaciona con las preocupaciones por el peso, dietas y miedo a engordar, sintomatología bulímica y la insatisfacción corporal. En la misma dirección, se ha visto en adultos una relación entre apego y patología alimentaria, tanto en población clínica como no clínica.

trastornos de la conducta alimentaria

¿En qué tipo de familias suelen aparecen los trastornos de la conducta alimentaria?

Existen varios estudios que estudian el funcionamiento familiar y los trastornos de alimentación y se ha visto que existe relación entre estos trastornos y familias poco cohesionadas, poco expresivas y con tendencia a ser poco favorecedoras con respecto al crecimiento personal del hijo.

Así, la negativa a comer puede surgir como una forma de protesta contra una familia que limita el desarrollo e independencia del sujeto, siendo una forma de autoafirmarse y definirse como independiente del ambiente familiar y convirtiéndose el hecho de estar delgado como base para la autoafirmación y poder de negativa ante la intromisión y demanda materna, especialmente en familias sobreimplicadas afectivamente o sobreprotectoras que no dejan espacio para el desarrollo personal de sus miembros.

Las familias donde aparecen trastornos de la conducta alimentaria también se caracterizan tanto por la tendencia a evitar los conflictos y por la sobreprotección como por la dificultad de los padres para asumir el liderazgo dentro de la familia.

¿Existen experiencias traumáticas en los trastornos de la conducta alimentaria?

Los estudios que han investigado la relación entre apego con trastornos de la conducta alimentaria coinciden en encontrar una elevada frecuencia de traumas y pérdidas no elaboradas.

Específicamente, el abuso sexual y sobre todo el abuso físico se han visto relacionados con la distorsión de la imagen corporal, pudiendo entenderse como un mecanismo disociativo ante el trauma.

Para el tratamiento del trauma existen diferentes intervenciones, siendo el EMDR una de las que presentan mayor apoyo empírico y mayor eficacia (leer más sobre EMDR: Tratamiento EMDR )

De igual modo es frecuente la presencia de traumas o pérdidas no resueltas en los progenitores. Reduciría la capacidad para responder de forma sensible, contribuyendo a la transmisión transgeneracional del trauma.  Esta repetición transgeneracional no siempre es una repetición, sino que en ocasiones se convierte en un guión correctivo aplicado de forma rígida e inflexible por padres que intentan una relación más cálida con sus hijos pero carecen de experiencias emocionales de su propia infancia para contener determinadas crisis.

Una de las intervenciones de mayor eficacia para mejorar la calidad de la comunicación interpersonal y con ella la expresión de emociones e intimidad es la Comunicación No Violenta (leer más sobre la comunicación no violenta: Comunicación no violenta )

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Referencias bibliográficas:

Apego y trastornos alimentarios

 

Andrea Figar Álvarez

Psicóloga

La teoría del apego (John Bowlby)


La teoría del apego (John Bowlby, 1958)

Definición de apego

La teoría del apego lo define como el lazo afectivo que une al niño y una figura específica que se expresa en la tendencia estable a mantener la proximidad y cuya vertiente subjetiva es la sensación de seguridad. Incluye el patrón habitual de expectativas, necesidades, emociones y comportamientos en interacciones interpersonales.

En función de las respuestas de los cuidadores a las conductas de apego, los niños van construyendo esquemas de las relaciones constituidos por las expectativas acerca de la disponibilidad de la figura principal de apego y por la representación de uno mismo como merecedor o no de cuidados.

Estos esquemas de apego pueden resultar desadaptativos cuando dificultan la búsqueda y el aprovechamiento de las relaciones interpersonales.

La calidad del vínculo, la respuesta sensible consistente de las figuras de apego a las necesidades del niño, será un factor determinante para el desarrollo de la personalidad y para la generación de los patrones de relación interpersonal a lo largo de la vida.

Tipos de apego en la infancia

La teoría del apego describe cuatro tipos:

Apego seguro: se caracterizan por el predominio de una valoración positiva de sí mismo y por la capacidad de percibir a los otros como personas en quien confiar, accesibles y sensibles a las propias necesidades. Tienen relaciones abiertas, productivas y flexibles, favoreciendo un funcionamiento psicosocial saludable.

Entre los tres y cinco años, por lo general, los niños con apego seguro son más curiosos, competentes, empáticos, resilientes y seguros, se llevan mejor con otros niños y forman amistades más estrechas que niños con apego inseguro.

En la niñez media y adolescencia, los niños con apego seguro suelen formar amistades más estrechas y más estables y mostrar un buen ajuste. Además, presentan niveles más bajos de psicopatología.

El apego seguro en la infancia se relaciona con mayor calidad de relaciones románticas en la edad adulta.

Apego inseguro evitativo: se caracterizan por la infravaloración de las relaciones de apego, poca confianza en los miembros de la familia y patrones de relación que incluyen idealización, rechazo o indiferencia hacia las figuras de apego.

Suelen ser personas autosuficientes e independientes que tienden a controlar sus emociones y a evitar la intimidad. Presentan una visión positiva de sí mismos. Además, muestran niveles más altos de psicopatología.

Apego inseguro ambivalente: se caracterizan por valorar sus relaciones de apego, aunque expresan temor a ser abandonados y tienen escasa autonomía. Las relaciones incluyen algún tipo de rechazo o interferencia de sus padres. Presentan mayor riesgo de psicopatología.

Apego inseguro desorganizado: se caracterizan por ser incapaces de mantener una estrategia de apego coherente. Parecen carecer de herramientas para lidiar con el estrés. De igual modo, muestran mayor riesgo de psicopatología.

Consecuencias del apego a largo plazo

Tal como propone la teoría del apego, la seguridad del mismo parece influir en la competencia emocional, social y cognoscitiva presente y futura. Cuanto más seguro sea el apego de un niño con un adulto, más probable será que desarrolle buenas relaciones con los otros.

Es importante tener presente el carácter preventivo de las intervenciones que puedan modificar estilos de apego inseguros, ya que se transmite de forma intergeneracional: la imagen de uno mismo y de los demás que tienen los progenitores influye en la percepción de sus hijos, en la manera de tratarlos y en la calidad de sus respuestas a las demandas de atención y cuidado.

Por tanto, si los progenitores establecen un apego inseguro con sus hijos puede surgir la probabilidad de maltrato o forma abusiva de comportamiento hacia los infantes, aumentando el riesgo de experiencias traumáticas.

En relación a las experiencias traumáticas, uno de los tratamientos actuales con mayor evidencia empírica es el EMDR (leer más sobre EMDR: http://www.akapsico.com/emdr/ )

la teoria del apego

¿Te ha interesado el tema? Más información aquí: El apego

Andrea Figar Álvarez

Psicóloga