Traumas Psíquicos y Regresiones: «campos de pensamiento»
Otra posibilidad que algunos defienden es que una conciencia encarnada, una persona, que ha muerto de manera traumática (por ejemplo un accidente de coche) o con bajo nivel de conciencia (ya sea porque en vida no la desarrollara o porque recibiera mucha anestesia en los momentos previos a la muerte) puede ver impedido su camino de vuelta a la Fuente, puede no darse cuenta de su propia muerte y permanecer adherida a esta existencia (se habla de “parapsicóticos” o “conciexes asediadoras” o simplemente “demonios”) valiéndose de una conciencia encarnada, de una persona con cuerpo físico, para satisfacer sus deseos enfermos (alcohol, fornicación, gula, etc.).
De la misma manera que podemos sintonizar con un campo de pensamiento y experimentar como propio un trauma psíquico de otro, también podríamos sintonizar con estos «campos integrados de pensamiento» (los llamamos así si aglutinan pensamientos y sentimientos de una persona en una vida), estas «conciexes desconcertadas” y asimilar como propios sus conflictos y miedos.
Esta sintonización se produciría debido a nuestra propia conducta y estado de conciencia. Por ejemplo: si nos dejamos llevar por la ebriedad, correremos el riesgo de que otros desomados aun deseosos de ebriedad se peguen a nosotros y aumente así nuestro deseo.
Una manera indicada de tratar esta condición es purificar y “domar” nuestros deseos. Los sabios y los santos de todas las tradiciones espirituales han incidido siempre sobre este punto: no dejarnos arrastrar por el deseo de alcanzar gloria entre los hombres, acumular riquezas o por el buen comer, por la fornicación, la vanagloria o la ira. Dominando el deseo reconducimos nuestra existencia hacia Dios (conectándonos con nuestro Dios interior, nuestra naturaleza crística o búdica, nuestro Maestro, nuestro Programa Matriz) hacia la auto-realización y la trascendencia, hacia la acutalización de todos nuestros potenciales, y podremos librarnos de esos asediadores, que ya no nos encuentran sintonizados con sus deseos, que ya no encuentran en nosotros esa debilidad de la que aprovecharse.
Pablo Pérez: Psicólogo, Psicoterapeuta
Oviedo y Gijón, Asturias