Un Trauma Psíquico es una situación muy estresante (Situación Vital Estresante) vivida frecuentemente con sentimiento de impotencia (“no puedo hacer nada” “soy incapaz de manejarlo”, etc.) a menudo en un aislamiento enocional (nadie puede entenderme, a nadie le importa, para qé lo voy a contar, etc.) que nos pilla “a contra pie” (inesperada) y que parece no pasar en el tiempo (“la veo como si fuera ayer”) nos deja “congelados”, como si una parte de nosotros mismos se hubiera quedado entonces en aquel momento.
Muy ligado al fenómeno del Trauma Psíquico existe otro llamado Disociación: algunos Traumas Psíquicos se encuentran completamente “disociados”, es decir, no los recordamos en absoluto. Sin embargo, en mi experiencia, es más frecuente que podamos recordar algunos aspectos (lo que vimos, por ejemplo, el recuerdo visual) sin que ello nos produzca malestar, mientras que otros aspectos (lo que sentimos o lo que oímos, por ejemplo) se ha quedado escindidos (Disociación parcial) desintegrados de la vivencia, y son esos aspectos (o la situación completa si la amnesia es total) los que se acoplan a situaciones del presente y manifiestan la pervivencia del Trauma Psíquico provocando trastornos de Ansiedad (Fobias Específicas, Ansiedad Generalizada, Angustia, Pánico, Estrés Postraumático, Agorafobia…) y de Depresión.
De manera que esos “aspectos” (memorias sensoriales específicas”) que se han quedado disociados de la experiencia original,”andan revoloteando” por nuestra mente y, como si no supieran estar solos, como si existiera un campo de fuerza que los atrajera hacia situaciones concretas, se asocian en nuestro día a día a lugares, condiciones, situaciones que en algo se asemejan a la antigua, produciendo las respuestas de Angustia y de Pánico (también están detrás de muchos problemas de Depresión).
Para resolver estas condiciones patológicas psico-emocionales son especialmente útiles:
Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral (EMDR, TIC, Cromo-TIC, ICV, etc.)
Psicología Energética o Tapping (EFT, TFT)
Pablo Pérez García, Psicólogo
Oviedo y Gijón, Asturias
Tfno: 629835699; mail: pablo@akapsico.com
La Fobia a los animales o Zoofobia, en concreto la Fobia a los perros o la Fobia a los gatos son trastornos tan comunes que de manera lógica pensamos en una conexión entre la abundancia de estos animales domésticos y la elevada prevalencia de estas fobias.
Cuando observamos en una persona una reacción fóbica, tiende a resultarnos tan llamativo que a menudo preguntamos: “¿alguna vez te atacó uno?”. Y puede que así fuera. En ese caso la primera opción sería, en mi opinión, reprocesar el evento traumático (¿qué significa “REPROCESAR EL EVENTO TRAUMÁTICO”? PINCHAR AQUÍ) y observar si las manifestaciones fóbicas (miedo intenso y ganas de escapar, entre otros signos y síntomas de ansiedad) permanecen, se reducen o desaparecen. En caso de que permanecieran intactas sabríamos que ese no era una situación traumática relacionada. Si se redujeran pero sin desaparecer implicaría que el evento traumático está relacionado pero, o bien no es el fundante (puede ser el desencadenante) o bien simplemente está relacionado pero no se trata de un evento central en la etiología del trastorno fóbico.
Sin embargo hay casos en que cuesta encontrar un evento traumático específico relacionado directamente con los animales. En esos casos las posibilidades son varias: que haya una amnesia disociativa, que la relación con los animales sea indirecta, que se trate de un trauma vicariante (muchas veces observando la respuesta de otra persona) o bien que se trate de una sucesión de pequeñas amenazas que la persona no aprendió a afrontar y superar por diversas cuestiones como puede ser la sobreprotección paterna. En estos casos puede resultar más eficiente abordar en primer lugar el trastorno fóbico con técnicas de Psicología Energética o Tapping (¿qué son las técnicas de PSICOLOGÍA ENERGÉTICA o TAPPING? PINCHAR AQUÍ) que van directamente a la sintomatología de la fobia y que resultan muy efectivas resolviendo múltiples mini-traumas.
Pablo Pérez García, psicólogo Col. O-2138
Teléfono: 629 835 699
pablo@akapsico.com
Gijón, Asturias.
Las experiencias del pasado que vivimos con miedo, culpa o vergüenza, o que nos causaron un profundo daño, en ocasiones nos acompañan meses e incluso años después, gobernando nuestros sentimientos y produciéndonos dolor y sufrimiento.
Es necesario para superar el Estrés, la Ansiedad y la Depresión cerrar estas viejas heridas emocionales (consecuencia de traumas, abusos, accidentes, pérdidas de seres queridos, asaltos, enfermedades, que calaron hondo y no asimilamos adecuadamente).
Para ello son especialmente eficaces las siguientes técnicas (pinchando sobre los 2 siguientes apartados accederá, dentro de este mismo sitio, a información detallada sobre estas técnicas):
Pablo Pérez García, psicólogo
Gijón, Asturias.
Teléfono: 629 835 699
pablo@akapsico.com
Podemos entender el miedo como una emoción, en cuanto a su acepción en la psicología: conciencia de un cambio en el organismo.
Sin embargo, entender el miedo como una creencia, la creencia de que algo malo está por suceder, es más util para comprender su relación con la Ansiedad. Desde este punto de vista, el miedo, disfrazado o directamente apreciable, está siempre presente en los Trastornos de Ansiedad: en las Fobias está el miedo al objeto fobígeno, ya sea una araña o una jeringuilla, y tratamos de escapar de él (saliendo de la habitación donde está la araña o desmayándonos, en muchos casos, cuando nos van a extraer sangre); en el Trastorno de Angustia encontramos el miedo a las sucesivas crisis, así como el miedo a morirse o a perder el control en plena crisis; en la Agorafobia el miedo tiende a extenderse a múltiples situaciones, limitando gravemente la vida de quien la sufre; en la Ansiedad Generalizada el miedo se muestra en la tensión, en el cansancio o en la irritabilidad; en el Estrés Postraumático el miedo es elicitado por distintos aspectos relacionados con la situación traumática.
Otro de los componentes fundamentales de la Ansiedad es la Angustia. En la Psicología se llama Angustia al componente fisiológico de la Ansiedad (dolor en el pecho, nauseas, temblores o rigidez de extremidades, etc.). Sin embargo no podemos negarle a la Angustia un componente emocional doloroso (quien nos dice “estoy angustiado” desde luego nos está informando de un malestar emocional) derivado de la incomprensión y la incomodidad de dichos síntomas fisiológicos. Algunos de los síntomas fisiológicos de la Angustia pueden están presentes también en, pongamos por ejemplo, un saltador de pértiga que se dispone a saltar para batir su propio record (ritmo cardiaco acelerado, sudor frío por la espalda o en las manos, temblores, y una mirada tan focalizada en el salto que no ve nada más a su alrededor – visión de túnel). Sin embargo el atleta interpreta estos cambios fisiológicos de una manera muy distinta debido a sus experiencias anteriores de esfuerzo, logro y superación. Su confianza y su creencia son diferentes.
Angustia y Miedo, los dos componentes fundamentales de la Ansiedad, se retroalimentan mutuamente (cuando la angustia crece surge un intenso miedo, el pánico; cuando el miedo sube, la angustia también se hace más frecuente e intensa, crisis). Y ya que las creencias se forjan en las experiencias (lo que nos han contado, lo que hemos visto o cómo nos hemos sentido en determinada situación o con determinada persona) que con el tiempo pasan a ser recuerdos más o menos cercanos, reexperimentar una situación recordada bajo las condiciones específicas que proveen las Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral, tiene la facultad de modificar la creencia, es decir, el miedo, lo cual se puede percibir por la disminución de la Angustia.
¿Qué significa “Reprocesamiento”?
Nuestro cerebro actúa como un procesador de datos pero, al contrario que un ordenador, estos datos no van solos, sino acompañados de sentimientos, sensaciones y creencias.
De manera que el “Procesamiento” que hacemos de las experiencias y situaciones de la vida contiene datos (realidad objetiva), sentimientos (emociones), sensaciones (síntomas y signos físicos) y creencias (pensamientos).
Cuando los sentimientos que acompañan a los datos son marcadamente displacenteros (ira, culpa, vergüenza, etc.) y las intensas sensaciones fisiológicas son malinterpretadas (catastrofismo, negativismo, pesimismo, etc.), formamos creencias limitantes (miedo, incapacidad, derrotismo, etc.) y el “Procesamiento” se vuelve disfuncional, deficiente, y tiende a generar trastornos mentales, psicológicos, emocionales o psiquiátricos.
El “Reprocesamiento” permite trabajar específicamente sobre la situación, el sentimiento, la sensación y la creencia que genera malestar y está en la base del trastorno, atacando así tanto los síntomas como la causa, lo que genera una marcada disminución del malestar y una rápida recuperación del trastorno.
¿Qué significa “Integración cerebral”?
La Integración Cerebral es el proceso por el cual el SNC regula la activación de las distintas estructuras encefálicas (corticales y subcorticales) de manera que funcionen como un todo organizado y armónico, promoviendo un desempeño más adaptativo y saludable para todo el organismo.
La realización de esta función básica de Integración la realiza el cerebro de manera autónoma y habitual (Auto-integración) cuando la percepción del entorno le permite sentirse seguro, cómodo, creativo, capaz, con confianza.
Si la percepción del entorno es marcada y continuadamente hostil o limitante, esta función básica de Integración (Auto-Integración) se dificulta o se detiene.
Las Técnicas de Reprocesamiento e Integración cerebral promueven o reactivan esta función básica de Integración, favoreciendo o desencadenando la recuperación del organismo de las distintas patologías en que se manifiesta la falta de Integración cerebral.
Una situación traumática en un periodo muy temprano del desarrollo tiende a producir una desintegración generalizada de la personalidad, y la esquizofrenia puede ser una manifestación de esto (autores de renombre en este campo y diversas escuelas coinciden en la conveniencia de considerar la esquizofrenia, mas que como una personalidad dividida, ya que puede confundirse con un trastorno disociativo de la personalidad, como una personalidad desintegrada) mientras que una situación traumática acaecida en un periodo posterior del desarrollo tiende a generar una desintegración parcial de la personalidad, que está en la base de los llamados Trastornos de Ansiedad.
En el momento en que la compleja maquinaria cerebral deja de funcionar integradamente, comienza a dar fallos que se manifiestan en trastornos y patologías.
¿Por qué elegir y probar Reprocesamiento e Integración cerebral en lugar de otras terapias más convencionales?
Son suficientes sólo 2-3 sesiones para que usted pueda emitir un juicio sobre si está satisfecho con las técnicas o no, sobre si desea continuar o abandonar (no existe ninguna técnica terapéutica que sea eficaz en el 100% de los casos) al contrario que en otras terapias más convencionales en que deben pasar meses para percibir el beneficio terapéutico.
¿Cómo es un tratamiento de Reprocesamiento e Integración cerebral?
- Se pide al paciente que focalice su atención en un “Campo del Pensamiento” (sentimiento, sensación, situación o creencia) donde reside una “Perturbación” (malestar).
- Se aplican estimulaciones táctiles y lumínicas indoloras que consiguen modificar las conexiones y activación de distintas estructuras encefálicas, reduciendo y muchas veces eliminando el malestar (“Perturbación”) asociado a este “Campo del Pensamiento” (sentimiento, sensación, situación o creencia).
¿Cuánto dura un tratamiento de Reprocesamiento e Integración cerebral?
El hecho de que yo, Pablo Pérez García, suelo trabajar combinadamente Técnicas Energéticas y Técnicas de Reprocesamiento e Integración cerebral en el tratamiento de los Trastornos de Ansiedad, debido a que considero este modo de trabajar de mayor eficacia en la resolución de este tipo de psicopatologías, el pronóstico que ofrezco es el mismo que expongo en la sección de Psicología Energética.
Un aspecto de una única “perturbación” ligada a un determinado “Campo del Pensamiento” puede ser resuelta en cuestión de minutos. Por ello las Técnicas Energéticas consiguen una alta eficacia tan rapidamente en algunos casos de Fobia Específica o Estrés Postraumático (TEPT) – trastornos que, a menudo, aparecen ligados a una única “Perturbación”– dándose casos en que el objetivo terapéutico se consigue en una sola sesión. El Trastorno de Angustia (Desorden de Pánico) sin Agorafobia y el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), así como algunas fobias y TEPT (ligados a varias “perturbaciones”) tienden a remitir en pocas sesiones (en mi propia experiencia he visto casos de Ansiedad Generalizada y Trastorno de Angustia remitir en 6 sesiones, así como Fobias Específicas en 2 sesiones). En el caso específico de la Agorafobia (que en la mayoría de los casos es una complicación del Trastorno de Pánico) puede bastar con 10 sesiones. En la Depresión, aunque la aplicación de las Técnicas Energéticas y su eficacia están menos estudiadas, yo mismo he observado cómo tras 6-8 sesiones la mejoría es notable en algunos casos. Por otro lado he de decir que la marcha con que evoluciona un trastorno es muy variable, ya que no hay dos personas iguales ni dos sesiones de psicoterapia iguales, y que la manifestación de la patología no es la patología en sí misma, de manera que lo aparentemente similar puede tener trasfondos muy distintos y esto es lo que decide cómo y cuando remitirá el trastorno.
¿Quién está capacitado para ofrecer un tratamiento de Reprocesamiento e Integración cerebral?
La aplicación eficiente de estas técnicas implica un conocimiento amplio en neuroanatomía y neurofisiología, por lo que es muy recomendable que sea un psicólogo o un psiquiatra con formación especifica en estos campos quien esté a cargo del tratamiento. Además, una buena aplicación de este tipo de tratamiento conlleva un dominio sobre los rudimentos técnicos que se adquiere con la practica continuada y esforzada. Por ello la experiencia en psicoterapia de Reprocesamiento e Integración cerebral es fundamental.
Pablo Pérez García es Licenciado en Psicología, colegiado en Asturias O-2138, Postgraduado en Psicopatología y Salud, Graduado en Técnicas de Integración Cerebral (TIC) en Buenos Aires en 2006 y viene utilizando estas técnicas diariamente durante los últimos años en la atención psicoterapéutica de sus pacientes, siendo por ello un profesional de referencia en Asturias en el campo de la terapia de Reprocesamiento e Integración cerebral.
¿Cómo funcionan mejor las Técnicas de Reprocesamiento e Integración cerebral?
Debido a que las Técnicas de Reprocesamiento e Integración cerebral actúan sobre la “Perturbación” a través del Sistema Nervioso Central y las Técnicas Energéticas actúan sobre la “Perturbación” a través del Sistema Nervioso Periférico, unidas constituyen una vía doble de acción que genera un excelente beneficio terapéutico, lo que hace muy recomendable su utilización conjunta.
¿Se pueden aprender estas técnicas para auto-aplicación?
La base sobre la que es apoyan estas técnicas es la siguiente: la estimulación bilateral alterna, cuando el paciente esta concentrado en un “Campo del pensamiento”, genera una integración de este, lo que permite una reducción y en muchos casos una desaparición de la “Perturbación” responsable o co-responsable de determinado trastorno.
Aunque las actuales Técnicas de Reprocesamiento e Integración cerebral entrañan cierta complejidad, la estimulación bilateral alterna se encuentra en técnicas terapéuticas ancestrales (como algunas prácticas del yoga) y en actos cotidianos de las personas (como el dormir y el pasear) por lo que una adecuada didáctica permite a la persona comprender la base teórica y formas simples de estimulación bilateral alterna que puede aprender para auto-aplicación en el mismo desarrollo de la terapia.
Pablo Pérez García, Psicólogo O-2138
Experto en Psicopatología y Salud
Graduado en Técnicas de Integración Cerebral
Teléfono: 629835699
Mail: pablo@akapsico.com
Palabras clave
Trauma psicológico – PTSD – TIR – Traumatic Incident Reduction – TFT – Thought Field Therapy – Terapia del Campo del Pensamiento
Resumen
Los efectos psicológicos del trauma se expresan como cambios en la respuesta biológica al stress, produciendo alteraciones profundas en los mecanismos hormonales relacionados con éste, y en el procesamiento de la memoria.
A partir de 1994, cuando el Dr. Charles Figley lleva a cabo la investigación denominada «Los ingredientes activos en el tratamiento del trauma», han crecido en importancia nuevos tratamientos no tradicionales y controversiales, que dan respuesta rápida y efectiva a las secuelas del trauma.
En este trabajo se presentará una síntesis de dos estos abordajes terapéuticos: TIR (Traumatic Incident Reduction, Reducción de Incidente Traumático) y TFT (Thought Field Therapy, Terapia del Campo del Pensamiento) apoyados en ejemplos clínicos del autor.
Concepto de Trauma Psicológico
El concepto de stress ha ido evolucionando a lo largo de estas últimas décadas. Originalmente, Selye lo definió como la Respuesta General de Adaptación del organismo frente a un estímulo amenazante. Esa respuesta puede ser de dos tipos:
- de afrontamiento de la situación o
- de huida,
lo que en inglés se denomina fight, or flight. Frente a esta situación el organismo reacciona preparándose para la lucha o la huida. Es así a que se produce un aumento en el ritmo cardíaco, en el ritmo respiratorio, aumento de la presión sanguínea, se dilatan las pupilas, se tensan los músculos, se produce una vasoconstricción periférica, aumenta la glucemia, se libera adrenalina, noradrenalina, glucocorticoides, etc. Luego de terminada la pelea o concretada la huida, el organismo recupera su metabolismo original, y la respuesta al estrés desaparece.
Ahora bien, cuando el individuo es enfrentado a una situación percibida como amenazadora para la vida o la integridad física propia o ajena, y reacciona con intenso temor, horror o pánico se configuran los factores necesarios como para que ese individuo desarrolle un Trastorno por Estrés post Traumático (PTSD por sus siglas en inglés). Vale decir que la respuesta al estrés de la situación amenazante se autoperpetúa, configurando de esta manera la situación traumática.
Es interesante destacar que con la clasificación DSM IV se produce un cambio de paradigma, expresado en el punto B: el acento recae sobre la reacción del individuo (y no sobre el evento como lo era previamente), es decir el hecho traumático es definido por la reacción del individuo.
Los efectos del trauma psicológico se expresan, entonces, como cambios en la respuesta biológica al estrés, produciendo alteraciones profundas en los mecanismos hormonales relacionados con éste, y en el procesamiento de la memoria. De esta manera, el hecho traumático interrumpe la línea histórica normal de la vida de la víctima, produciendo profundas alteraciones a nivel biológico, emocional, cognitivo y relacional. Es así que la víctima sufre tres clases de síntomas:
- de reexperimentación del hecho traumático (flashbacks, pesadillas, etc.),
- de evitación de los estímulos asociados al trauma y de embotamiento psíquico y emocional (sentimientos de desapego, anhedonia, amnesia total o parcial del hecho traumático, etc.) y
- de hiperactivación (hyperarousal) (hipervigilancia, dificultades para dormir, respuesta de sobresalto, irritabilidad, etc.)
Estos síntomas, que muchas veces son de aparición tardía (hasta años después de ocurrido el hecho traumático), suelen ser mal interpretados, y diagnosticados como depresión, trastornos psicóticos, simulación, etc.
Se suele interpretar a este trastorno como una falla en el mecanismo de la memoria, un intento fallido de archivar el hecho traumático en la memoria explícita o narrativa. De esta manera, quien sufre de un trastorno por estrés post traumático parece haber quedado congelado en el tiempo, fijado al hecho traumático y parece condenado a la dialéctica de, por un lado, revivirlo permanentemente (en un aparente intento de procesarlo o archivarlo) y por otro a evitarlo, olvidarlo, y/o anestesiar sus sentimientos y reacciones para evitar el sufrimiento. El hecho traumático no se “recuerda” sino que se “revive”.
Abordajes psicoterapéuticos del Trauma psicológico
En el 16th. Annual Meeting de la ISTSS (International Society for Traumatic Stress Studies) (Miami, noviembre de 1999) fueron presentados los lineamientos para el tratamiento del Trastorno por estrés post traumático, en los cuales se establecieron estándares sobre la base de la investigación realizada hasta el presente. Es así que ciertos abordajes terapéuticos, (tales como p. ej. la hipnosis, la terapia cognitivo-conductual, la terapia de exposición directa, por inundación, los abordajes psicofarmacológicos, EMDR etc.) cuentan con un bagaje de investigación fuera de toda discusión. Uno de los factores fundamentales de estos tratamientos es el de la exposición directa o imaginaria al evento traumático.
Uno de los metamodelos más aceptados en el campo de la Traumatología Psicológica es el Modelo Trifásico de Judith Herman.
Según este modelo, la primera fase del tratamiento, o de Restablecimiento de la Seguridad, está orientada a que el paciente no sólo esté, sino también se sienta a salvo. En esta etapa el paciente debe volver a tener control interno y externo, es decir, garantizar su seguridad, tanto como aprender a manejar los síntomas que interfieren en su vida y conllevan el riesgo de retraumatización.
En la segunda fase, de Rememoración y Duelo, el tratamiento se orienta a que el paciente pueda reconstruir la historia traumática. A causa de su naturaleza, las memorias traumáticas rara vez se presentan linealmente. Los fragmentos, a veces incoherentes, las sensaciones físicas y emocionales, deben transformarse en una narración permitiendo de esta manera la integración bajo la forma de la Memoria Explícita o Narrativa.
Finalmente la tercera fase, o de Reconexión, apunta a reconectar al paciente con la vida, con el presente y el futuro, redefiniéndose a sí mismo en el contexto de relaciones y actividades significativas.
Los ingredientes activos en el tratamiento del trauma
En el año 1994, en el Traumatology Institute de la Florida State University, el Dr. Charles Figley, lleva a cabo una investigación conocida como “Los ingredientes activos en el tratamiento del trauma psicológico”. En el mismo se pusieron a prueba cuatro tratamientos no tradicionales y controversiales, que hasta ese momento habían permanecido al margen de los estudios.
Los cuatro tratamientos elegidos fueron: TFT (Thought Field Therapy o Terapia del Campo del Pensamiento), TIR (Traumatic Incident Reduction o Reducción de Incidente Traumático), EMDR (Eye Movement Desensitization and Repprocesing o Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), y VKD (Visual Kinesthesic Dissociation o Disociación Viso Kinestésica). Los cuatro demostraron ser muy efectivos en un rango de 4 a 8 horas de tratamiento. Todos ellos requieren que el paciente se “sintonice” de alguna manera con el hecho traumático, y tres de ellos incluyen algún tipo de movimiento de ojos (que según se cree participan de alguna manera en el procesamiento de la información)
Traumatic Incident Reduction
Desarrollado por Frank Gerbode MD y Gerald French CTS, es un tratamiento breve, simple, centrado en la persona, y altamente estructurado, que reconoce la influencia del trabajo de Carl Rogers (sin la falta de dirección) y de S. Freud (sin la interpretación y el análisis). Está orientado a eliminar la carga emocional negativa de Traumas pasados, así como también es efectivo para tratar Sentimientos, Emociones, Dolores, Actitudes y Sensaciones negativos.
El procedimiento se basa principalmente en recorrer mentalmente el episodio traumático repetidamente bajo ciertas condiciones terapéuticas. El rol del terapeuta es guiar al consultante en la revisión del incidente traumático sin ofrecer ninguna interpretación, o intervención de ningún tipo: todo el trabajo es hecho por el consultante.
La repetición continuada de este procedimiento permite al consultante no solamente el alivio de los síntomas, sino también promueve insights y decisiones, llegando entonces a lo que se denomina un Punto Final.
Este procedimiento, aparentemente permitiría, por medio de revivir y recorrer reiteradamente el hecho traumático en condiciones controladas, ir poniéndolo de a poco en palabras, integrando, como decíamos más arriba, la memoria traumática a la memoria explícita. De esta manera, la carga emocional, contenida en la memoria implícita se iría desagotando, permitiendo que el hecho traumático quede archivado en la memoria como lo que es: un hecho del pasado, que no amenaza en el presente al individuo.
A modo de ilustración, comentaré el caso de una paciente que sufrió un accidente de tránsito junto a toda su familia, como consecuencia del cual, ella, su esposo y sus dos hijas debieron ser internadas en terapia intensiva durante varias semanas. Luego del largo período de rehabilitación (aproximadamente 1 año) la paciente, aunque ya recuperada físicamente, continuaba con síntomas tales como la reexperimentación del accidente, la imposibilidad de viajar en automóvil largas distancias, trastornos del sueño, angustia, tristeza, falta de motivación e interés por cosas que antes le brindaban gratificación, falta de interés en la vida, etc. Este cuadro, podría haber sido confundido fácilmente con una depresión. Luego de tres sesiones en las que recorrió mentalmente el incidente traumático un elevado número de veces, experimentó intensas catarsis, al final de las cuales, la carga emocional proveniente del accidente se agotó, y recuperó tanto su energía y entusiasmo para vivir, como su capacidad de disfrutar de un viaje en automóvil durante las vacaciones de invierno.
Otro caso interesante de comentar es el de una joven de 20 años, que comienza a tener recuerdos fragmentarios de haber sido abusada sexualmente por el padre. Luego de la primera sesión, de una duración de aproximadamente 30 minutos, durante los cuales recorrió, una y otra vez el incidente recordado nueve veces, experimentando intensas catarsis, la carga emocional de dicho incidente se disipó, y el comentario textual de la paciente fue: “… bueno, me pasó. Me duele mucho que me haya pasado a mí y el miedo que tengo a que me vaya a pasar de vuelta…no, no me va a pasar porque no lo voy a dejar acercarse a 2 metros. Y sí, pasó pero tengo que salir adelante. Directamente haré las paces con mi cuerpo que se siente totalmente manoseado, y sucio y que no lo quiero a mi cuerpo porque fue tantas veces abusado que…pero bueno, sé que la víctima no es el culpable” En este párrafo, y sólo después de 30 minutos, se puede evidenciar el cambio cognitivo producido, así como la toma de decisiones en el sentido de protegerse. (una versión más desarrollada, con transcripciones textuales de las sesiones y comentarios sobre ellos está disponible bajo el título“Viñeta clínica: un caso de abuso sexual infantil largamente olvidado”)
Thought Field Therapy
La Terapia del Campo del Pensamiento (Thought Field Therapy) fue desarrollada hacia el año 1980 por el Dr. Roger Callahan, en California. El Dr. R. Callahan postuló la existencia de ciertas estructuras, a las que llamó «perturbaciones» en la bioenergía del campo del pensamiento, que serían la causa de los trastornos psicológicos. El tratamiento está orientado a remover esas perturbaciones del campo del pensamiento, por medio de la estimulación de ciertos puntos vinculados con los meridianos de la energía de la acupuntura y cierto tipo de movimientos de ojos. El procedimiento consiste en pedir al paciente que recuerde y se “sintonice” con el hecho traumático. Una vez logrado, se guía al paciente en la realización de ese procedimiento estandarizado (denominado Algoritmo). Al repetir este procedimiento, la perturbación provocada por el recuerdo del hecho traumático va desapareciendo, junto con sensaciones y emociones asociadas, al tiempo que va transformándose la imagen que representa ese recuerdo.
Varias teorías se han enunciado acerca de los mecanismos de acción de la Terapia del Campo del Pensamiento. Algunos autores consideran, a la luz de la teoría del condicionamiento clásico, que la Terapia del Campo del Pensamiento elicita el reflejo de orientación y sus efectos inhibidores sobre la respuesta condicionada. De esta manera, una respuesta (el algoritmo) que compite con la respuesta condicionada (la reacción emocional frente al recuerdo del trauma) extinguiría dicha respuesta (Denny, 1995). Otros consideran que ingredientes tales como la exposición imaginaria, la observación disociada, y mantener un foco de atención dual (entre otros) darían cuenta de la efectividad de esta terapia (Gallo, 1996)
A continuación comentaré un caso clínico, que, aunque no fue presentado como un hecho traumático originalmente (el motivo de consulta fue una fobia a volar) resulta sumamente interesante desde el punto del funcionamiento de la memoria y el procesamiento de la información.
Se trata de un paciente de aproximadamente 45 años, que por su trabajo debía volar frecuentemente, y que la única manera de lograrlo era mediante la ingesta de alcohol y psicofármacos. De acuerdo con el procedimiento, se le indicó que imagine el peor momento de su reacción fóbica, y se midió en una escala de 0 a 10 la ansiedad que le provocaba en el momento. Se aplicó el procedimiento específico las veces necesarias hasta que la ansiedad bajó a cero. Una vez llegado a este punto, el paciente refirió que se veía a sí mismo, “pero extraño”, sin barba y con una determinada ropa. En la sesión siguiente, contó que su esposa recordaba que la primera vez que él había sufrido la reacción fóbica, estaba vestido con esa ropa, y efectivamente no tenía barba. Esto significa que cada vez que se disponía a abordar un avión, revivía aquel primer episodio traumático, quedando en evidencia la “falla” de la memoria y su imposibilidad de reconocer que ese momento pertenecía al pasado. Una vez desensibilizada la memoria traumática, el evento fue archivado en la memoria como lo que era, un hecho perteneciente al pasado, y el paciente pudo volar sin inconvenientes.
Conclusión
La complejidad de las secuelas de los hechos traumáticos, su persistencia a lo largo del tiempo, la comorbilidad con otros trastornos que muchas veces tornan difícil su diagnostico y tratamiento, la diversidad de la respuesta traumática, etc. ha llevado al desarrollo de nuevos abordajes. Muchos de estos abordajes (como los mencionados) no cuentan aún con un respaldo de investigación y su sustentación teórica (como en el caso del TFT) es, cuanto menos, bastante discutible. De todas maneras, la experiencia clínica indica un gran nivel de efectividad, que permite suponer que en los próximos años crecerá el numero de investigaciones controladas que corroboren las observaciones clínicas.
Bibliografía
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Cazabat, Eduardo. Viñeta clínica: Un caso de abuso sexual infantil largamente olvidado. Trabajo presentado en el panel Las múltiples imágenes del trauma, del II Congreso Virtual de Psiquiatría. 2001.
Carbonell, J y Ch. Figley A Systematic Clinical Demonstration Methodology: A Collaboration Between Practitioners and Clinical Researchers. TRAUMATOLOGYe (disponible en http://rdz.stjohns.edu/~trauma)
Figley. Promising PTSD treatment approaches A Systematic Clinical Demonstration of Promising PTSD Treatment Approaches.
TRAUMATOLOGYe, 5:1, Article 4, 1999 (disponible en http://rdz.stjohns.edu/~trauma)
Denny, Nathan: An orienting reflex/external inhibition model of EMDR and Thought Field Therapy.
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Foa, Edna et al (Ed) Effective Treatments for PTSD. Practice Guidelines from the International Society for Traumatic Stress Studies.1999
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TRAUMATOLOGYe, 2:2, 1996 (disponible en http://rdz.stjohns.edu/~trauma)
Gallo, F. Energy psychology: Explorations at the Interface of Energy, Cognition, Behavior and Health.
Boca Ratón (FL) CRC, 1999
Gallo, F. Energy diagnostic and treatment methods. NY, Norton, 2000
Herman, J. Trauma and recoveryThe aftermath of violence- from domestic abuse to political terror. 2ª ed. New York. Basic Books, 1997
Schapiro, F. Eye movement desensitization and repprocesing: basic principles, protocols and procedures. New York, Guilford Press, 1995
Eduardo H. Cazabat
Trabajo presentado en el II Congreso
Virtual de Psiquiatría, Feb. del 2001
CUANDO uno vivió una situación que no pudo asimilar, que le superó, y le abruman sensaciones o imágenes de insatisfacción, un diálogo interno angustiante, emociones negativas como la culpa, la angustia o el miedo cada vez que recuerda aquel hecho, y esto sucede más a menudo de lo dignamente soportable, entonces podemos hablar de Trauma Psicológico.
Existen muchas situaciones potencialmente traumáticas así como muchas manifestaciones encubiertas de un trauma psicológico (aquello que nos genera malestar puede ser algún estímulo asociado al Trauma, y no el trauma como tal. Una de las manifestaciones, más o menos encubiertas, más comunes de los Traumas Psicológicos son los Trastornos de Ansiedad (Pánico, Angustia y Agorafobia, Ansiedad Generalizada, Fobias, etc.).
CUANDO disponemos de las capacidades necesarias para asimilar las situaciones que la vida pone en nuestro camino, entonces “atravesamos” esas situaciones, aprendemos y nos desarrollamos a través de ellas. Si, por el contrario, se nos presenta una situación que no somos capaces de asimilar e integrar en nosotros mismos, porque no disponemos de las capacidades suficientes – y las capacidades requeridas para asimilar, pongamos por caso, un maltrato cuando somos niños, o un terremoto o un grave accidente cuando adultos, son, aproximadamente en un 25% de los casos, insuficientes o inadecuadas– entonces podemos decir que “la situación nos atraviesa”, y con ser atravesado quiero decir que la experiencia deja una herida, una marca, una brecha que rompe y desorganiza la integridad de nuestro ser e impide el desarrollo sano de nuestra propia existencia. Entonces podemos hablar de Trauma Psicológico.
Aquello que forma parte de nosotros mismos pero no integramos, no asimilamos ni aceptamos, no comprendemos, queda reprimido, sojuzgado, contenido en cierta manera, aislado del resto. Todo Trauma conlleva una represión que consume energía del organismo y resta capacidades al sujeto para afrontar el estrés diario.
Cualquier defensa que conlleve una evitación del Trauma Psicológico es, a largo plazo, inefectiva. El enemigo está adentro, nos corroe las entrañas, no podemos sacárnoslo de encima porque es parte de nosotros mismos, es como un cancer que extiende sus ramificaciones imparablemente, un cancer que confundimos con un organismo enemigo y que en realidad es una rebelión de nuestras propias células. La persona pasa por la vida, pero también la vida pasa a través de la persona, y deja rastro, a veces huellas indelebles y dolorosas por las que no pasa el tiempo (Traumas Psicológicos). Estos Traumas Psicológicos pueden ser atajados, comprendidos, asimilados, transformados y superados con ayuda de una buena psicoterapia. Estudios clínicos demuestran que EMDR (Técnicas de Reprocesamiento) así como TFT (Técnicas Energéticas) son algunas de las terapias más eficaces para resolver estos Traumas Psicológicos y las manifestaciones asociadas como, por ejemplo, los Trastornos de Ansiedad.
Firma: Pablo Pérez García
Psicólogo, Coleg.: O-02138
Experto en Psicopatología Y Salud
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Aunque es contrastable la estrecha relación entre traumas y fobias, esta no siempre es manifiesta o directa.
Si bien es muy infrecuente encontrar una fobia hacia un objeto totalmente inocuo, es decir, solemos encontrar fobias a arañas más que a mariposas y a cuchillos más que a cucharas, no necesariamente ha de ser el objeto fobígeno (el desencadenante habitual de las respuestas fóbicas) el causante de la situación traumática originaria a partir de la que se desarrolló dicha fobia (no es necesario ni frecuente que la persona haya sufrido heridas graves por cuchillo para desarrollar una fobia a los objetos punzocortantes –belonefobia, ni tampoco es necesario que haya quedado encerrado durante días en un cuarto oscuro para desarrollar una claustrofobia).
En muchos casos, la elección inconsciente del objeto fóbico viene condicionada por la edad del sujeto en el momento en que vivió la situación traumática.
Hay miedos que son normales a unas edades, como el miedo a la oscuridad o a que un monstruo salga de debajo de la cama, pero cuando permanecen una vez pasada esa etapa de la vida suponen un trastorno (una persona de 30 años con miedo a que un monstruo salga de debajo de su cama).
Una persona puede vivir una situación como traumática sin necesidad de sobrevivir a una catástrofe natural o sufrir la pérdida de un ser muy querido.
Si bien hay situaciones más potencialmente traumáticas que otras, es determinante la vivencia y la comprensión de la persona en relación a la situación acontecida para la pervivencia del trauma.
La edad con que se vive la situación traumática condiciona el aspecto de la fobia. Algunas características del contexto temporal y evolutivo, como pueden ser los miedos típicos de la edad, tenderán a quedar asociados, a través del trauma, a la activación emocional intensamente negativa, pudiendo instalárse en el futuro como desencadenantes de la respuesta fóbica.
Es también común que el objeto fóbico tenga características del contexto espacial en que se vivió la situación traumática (uno pudo vivir una situación traumática en la oscuridad o en ausencia de un ser querido y desarrollar un miedo patológico a la soledad o a la oscuridad, cuando el causante del trauma solamente estaba relacionado espacialmente con el objeto posteriormente fobígeno).
Así el fenómeno del desplazamiento es capaz de trasladar el miedo/repulsión/evitación de un objeto a otro a través de una asociación temporal o espacial, es decir, contextual. La persona fóbica experimenta la reacción de miedo/evitacion ante un objeto/situación relacionado contextualmente con el objeto/situacion causante del trauma, y no necesariamente hacia el causante directo, quedando así la relación en cierta medida enmascarada. Este fenómeno conocido como desplazamiento permite al sujeto, en una situación en la que se ve sobrepasado en sus recursos de afrontamiento para asimilar la experiencia, alejar su miedo/repulsión desde un objeto que le produce mayor conflicto hacia otro sobre el que percibe mayor capacidad y menor malestar. Esta estrategia de la psique que en un momento determinado puede resultar adaptativa y hasta necesaria, con el tiempo se convierte en el sostén principal del trastorno fóbico.
A través del tratamiento con Reprocesamiento estas relaciones encubiertas se explicitan en la gran mayoría de los casos, permitiendo identificar el verdadero causante del miedo y acelerando la recuperación. En una pequeña minoría de casos no logra identificarse la situación original traumática, lo cual no impide que reprocesando las principales experiencias de reacción fóbica, el sujeto supere en gran medida, y en muchas ocasiones por completo, su miedo y el trastorno fóbico asociado.
La psicoterapia de Reprocesamiento con Técnicas de Integración Cerebral (TIC), produce una mejoría notable en el tratamiento y pronóstico de las personas aquejadas de trastornos fóbicos respecto de un abordaje desde una perspectiva cognitivo-conductual.
Desde la orientación cognitivo-conductual el tratamiento para fobias consta básicamente de Reestructuración cognitiva, entrenamiento en relajación y exposición.
La Reestructuración cognitiva tiende a ser el primer paso en el tratamiento de la fobia desde una orientación cognitivo-conductual. Se trata de, a través del diálogo, hacer ver al paciente lo irracional, inconveniente e insatisfactorio que resultan sus reacciones fóbicas.
Sin embargo hoy sabemos que la conducta fóbica no está necesariamente mediada por la corteza cerebral, sobre la que incide la reestructuración cognitiva, de manera que este paso puede ser sumamente ineficaz. Recientes investigaciones en neurofisiología nos informan de que las estructuras amigdalinas, máximas responsables subcorticales de desencadenar reacciones emocionales negativas, principalmente el miedo, inciden sobre el hipotálamo, máximo responsable de desencadenar la respuesta neuroendocrina, a través de la cual llegamos a experimentar las sensaciones corporales características (aumento de la frecuencia cardiaca, aumento de la presión sanguinea en las extremidades para huir, parálisis en algunos casos, etc.) por dos vías distintas: una, a través de la corteza, por la cual el razonamiento, y por tanto la reestructuración cognitiva, sí mediaría en la respuesta de miedo-huida; y otra directa, que no pasa por la corteza cerebral y sobre la que, por lo tanto, no tiene ninguna capacidad de acción la corteza cerebral ni tampoco la reestructuración cognitiva del enfoque cognitivo-conductual. Esta vía directa que conecta las estructuras amigdalinas con el hipotálamo se activa en situaciones de emergencia, en las que el organismo entiende que no hay tiempo suficiente para pensar detenidamente sobre qué respuesta sería más conveniente y cuál menos, es decir, es la vía preferente de conexión estructuras amigdalinas-hipotálamo de las respuestas fóbicas, en las que la reacción al estímulo fóbico es inmediato y la necesidad de evitarlo imperante.
Esta es una razón de peso para entender porqué la reestructuración cognitiva y el enfoque cognitivo-conductual en el tratamiento de las fobias ofrecen resultados muy inferiores a los que ofrece el Reprocesamiento con Técnicas de Integración Cerebral (TIC).
Por otro lado, en la mayoría de los casos, la persona ya reconoce la irracionalidad de su conducta fóbica y, a pesar de ello, no puede evitarla. Esta es una razón por la cual la reestructuración cognitiva puede resultar tediosa para el paciente en cuanto que el psicólogo de orientación cognitivo-conductual está tratando de hacerle ver algo que ya sobradamente comprende.
Pablo Pérez García, Psicólogo, Experto en Psicopatología, Graduado TIC.