No hay escuela o corriente de la Psicología (en Oviedo y Gijón, en toda Asturias, la más extendida es la Cognitivo-Conductual) que no aporte comprensión sobre la mente y/o el comportamiento del ser humano: el Conductismo nos muestra cómo aprendemos por condicionamiento y repetición de asociaciones; el Cognitivismo cómo los pensamientos internos modifican nuestras respuestas ante los estímulos del ambiente; el EMDR (Reprocesamiento y Desensibilización por el Movimiento Ocular) cómo un Trastorno de Ansiedad (muchas veces Estrés Postraumático o Trastorno de Adaptación) o Depresión desencadenados tras una situación puntual traumática (Trauma Psíquico) pueden remitir también con gran celeridad; EFT y la Psicología Energética incrementan, a partir de la Medicina Tradicional China (MTC) y la Teoría de Meridianos, nuestro conocimiento y capacidades de curación del ser humano; la Psicología Humanista que las personas, para alcanzar la felicidad a largo plazo, deben conocerse a sí mismas y desarrollar la propia esencia interior; la Hipnosis que, de la misma manera que nuestra mente nos engaña, también nosotros podemos engañar a nuestra mente y que, finalmente, realidad y engaño son la misma cosa.
Sin embargo, el beneficio pleno de cualquiera de estas orientaciones en Psicología o Técnica concreta de Psicoterapia sólo podrá alcanzarse si el paciente está dispuesto a cambiar hábitos, a modificar su estilo de vida, a aprender y evolucionar hacia una comprensión más profunda de sí mismo, de la realidad y de la vida.
Y si, por su parte, el Psicoterapéuta o Psicólogo, además de ser un profesional con formación y experiencia suficientes con las técnicas más apropiadas, ha evolucionado y evoluciona también personalmente, si está enraizado en el presente y si es emocionalmente capaz y equilibrado.
Porque, al fin y al cabo, una relación terapéutica es un encuentro entre dos personas en que una pide ayuda y la otra la ofrece con el objetivo de mejorar el estado anímico, psíquico o emocional, y en la que tanto el que da como el que recibe la Psicoterapia, tanto el Psicólogo como el Paciente, pueden aprender y beneficiarse.
Pablo Pérez García, Psicólogo Col: O-2138
Master en PsicoOncología, Experto en Psicopatología
Atención en Oviedo:
C/Manuel Pedregal, 2-2A
En Gijón:
C/Cervantes, 8BIS-2ºA
Teléfono: 629835699
Mail: pablo@akapsico.com
Uno de los mayores males que asedian al paciente de pánico es la interpretación catastrofista de sus propias sensaciones corporales.
Es fundamental en el tratamiento de este tipo de pacientes una psicoeducación que incluya una detallada explicación sobre el origen y formación de los distintos síntomas, de manera que el paciente tenga la posibilidad de cambiar su interpretación catastrofista por otra más ajustada al proceso fisiológico subyacente.
A continuación se describirán algunos de los síntomas que caracterizan la respuesta de angustia, componente fisiológico del Ataque de Pánico (hoy llamado Crisis de Angustia por la preponderancia que se le otorga a esta sintomatología física) muy susceptible de interpretación catastrofista (negativa y exagerada):
- Opresión o malestar torácico: este síntoma tan característico es habitualmente interpretado por el paciente de pánico (esta condición está presente en prácticamente todos los Trastornos de Ansiedad, especialmente en la Agorafobia, y en otros cuadros psicopatológicos) como la posibilidad o el peligro de estar sufriendo o sufrir próximamente un ataque al corazón o un infarto. Sin embargo, este malestar, opresión o dolor en el pecho, lejos de ser síntoma de infarto, es consecuencia de la hiperventilación, una práctica respiratoria característica en los pacientes con este trastorno que implica un ejercicio intenso de los músculos intercostales (en vez del diafragma) y que produce gran cansancio y dolor en esta zona del pecho cercana al corazón.
- Nauseas y molestias abdominales: el estado de hiperalerta en el que vive el paciente con Trastorno de Pánico o Trastorno de Angustia (también, por supuesto, Trastorno de Pánico con Agorafobia) facilita que se produzcan nuevos Ataques de Pánico o Crisis de Angustia, con el consiguiente desequilibrio del Sistema Nervioso Autónomo, que reorganiza los niveles de aporte sanguíneo, incrementando el caudal hacia los grandes músculos, sobre todo las extremidades, para lo cual reduce el aporte en otras zonas menos necesarias en una situación de alerta. Una de estas zonas es el Sistema Digestivo. La consecuencia directa de esto es que se interrumpe la digestión y la comida cae pesadamente al estómago, produciendo nauseas, sensación de “nudo” o “mariposas”.
- La sequedad de boca, estrechamente vinculada al miedo, está directamente relacionada con esta respuesta del Sistema Nervioso Autónomo que reduce el aporte sanguíneo al sistema digestivo e interrumpe la digestión, ya que la digestión comienza en la boca, con la saliva, y al interrumpir aquella también cesa la producción de saliva, produciendo esa sequedad de boca tan característica.
Pablo Pérez García, Psicólogo Experto en Psicopatología y Salud
El ataque de pánico es un episodio aislado, de comienzo brusco, con sensaciones corporales (angustia) que son normales en situaciones de alarma, con una lectura cognitiva distorsionada y catastrófica de la realidad (pánico), y con una necesidad imperiosa de huir de la situación (reacción fóbica).
Ya que la descripción de ataque de pánico incluye síntomas de angustia y fóbicos, estos pueden presentarse en otros Trastornos de Ansiedad, en Trastornos del Afecto, abuso de sustancias, y algunas intoxicaciones y síndromes de abstinencia.
Estos síntomas pueden ser desencadenados por situaciones o lugares, o ser espontáneos hasta donde el sujeto puede detectar, lo cual no significa que no hubiere una causa subyacente y/o desencadenante.
El Trastorno de Pánico consiste en ataques de pánico reiterados, con miedo al miedo, es decir, miedo a un nuevo episodio de pánico, y con una limitación creciente y restrictiva de lugares y actividades de la vida del sujeto (síntomas agorafóbicos).
Es interesante cómo cambia el objeto del miedo que siente el sujeto que, cuando está lejos de tener un ataque, es a otro ataque (miedo al miedo); en cambio, cuando está cursando un ataque, el miedo es a morir, a perder el control, a volverse loco o a desplomarse.
Es relevante la grave distorsión cognitiva del paciente de pánico, responsable de la conducta evitativa y huidiza que se perpetua y lleva al sujeto a pensar: “esta vez me pude salvar, seguramente por suerte o porque lo detuve a tiempo, pero la próxima vez puede que no tenga tanta suerte… debo estar alerta siempre, en todo momento, por las dudas”.
Dres. Solvey, Terapias de Avanzada, Buenos Aires, 2006.