Según el criterio oficial DSM-IV la Crisis de Angustia o Ataque de Pánico se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo a volverse loco, perder el control o morirse.
Durante estas crisis también aparecen síntomas como falta de aliento, hiperventilación, palpitaciones, extraños cambios en la temperatura de distintas partes del cuerpo, opresión o malestar torácico, malestar abdominal, temblores, dolores o rigidez musculares y sensación de atragantamiento o asfixia.
El Trastorno de Angustia o Desorden de Pánico (sin Agorafobia) se caracteriza por crisis de angustia repetidas e inesperadas que causan un estado de permanente preocupación al paciente.
Tras varias crisis de Angustia es común la aparición de Agorafobia.
En el tratamiento de la Angustia y el Pánico, como herramientas que multiplican la eficacia de los tratamientos psicológicos convencionales, se han desarrollado en los últimos años:
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Pablo Pérez García, Psicólogo Col.O-2138
Experto en Psicopatología y Salud
Teléfono: 629 835 699
pablo@akapsico.com
Gijón, Asturias.
Al estimular la Respiración Abdominal, es decir, respirando predominantemente con la barriga en vez de con el pecho (Respiración Torácica), conseguimos, entre otros cambios beneficiosos para la salud, que sea el Diafragma el músculo principalmente responsable del proceso respiratorio, en vez de los músculos Intercostales (que utilizamos en la Respiración Torácica).
Al ser el Diafragma un músculo más grande y fuerte y mejor desarrollado y diseñado filogenéticamente (en la evolución de la especie) para sostener continuamente el trabajo muscular que implica el acto de respirar, este tipo de respiración resulta más saludable y beneficioso para los procesos de relajación y descanso del organismo.
La implicación preferente de los músculos Intercostales en la respiración está muy relacionada con los estados de Estrés del organismo (estados de alta activación fisiológica). Tanto la Respiración Torácica (músculos intercostales) como el Estrés (hiperactivación fisiológica) si se mantienen demasiado tiempo, generan problemas de salud. En el caso de los músculos Intercostales el problema más común y evidente es el dolor de pecho (por sobrecarga muscular) que, desgraciadamente, muchas veces nos lleva a pensar que tenemos algún problema en el corazón.
Este dolor de pecho es muy común en las personas que sufren Trastornos de Estrés y/o Ansiedad, ya que la Respiración Torácica (utilizando los músculos Intercostales de la zona alta del pecho por encima de sus capacidades) es característica de las personas que sufren estos trastornos ligados al Estrés y la Ansiedad.
Debemos recordar que el Estrés y la Ansiedad pueden ser estados adaptativos, saludables y en muchos casos necesarios para sobrevivir. Sin embargo, cuando son mantenidos durante mucho tiempo, producen problemas físicos, emocionales y psicológicos.
El dolor de pecho derivado de la utilización preferente y sostenida de los músculos Intercostales en la respiración (en vez del Diafragma) es una de las consecuencias más comunes y preocupantes asociadas al Estrés y los Trastornos de Ansiedad.
Las personas que sufren Crisis de Angustia/Ataques de Pánico, Trastorno de Angustia/Desorden de Pánico y/o Agorafobia, muestran una marcada tendencia, debido a las Interpretaciones Catastrofistas (uno de los síntomas comunes en estos Trastornos de Ansiedad) a creer que se trata de un problema de corazón, con la consiguiente preocupación y malestar añadido al ya de por sí angustiante dolor.
La Respiración Abdominal, así como otras Técnicas de Respiración y Relajación, o modernas Técnicas de Auto-Ayuda como EFT pueden resultar muy útiles para reducir el Estrés y la Ansiedad.
Las interpretaciones catastrofistas constituyen uno de los aspectos centrales del Trastorno de Angustia, antes llamado Desorden de Pánico.
Estas pueden aparecer tras los primeros síntomas de
El Estrés y la Ansiedad generan una focalización de la atención, es decir, una reducción del campo al que atiende la persona. Esto produce que a la persona estresada o ansiosa le pasen desapercibidos diversos aspectos de la realidad que, en lo que nos concierne, pueden estar provocando estrés, como son los ruidos, y atribuya su malestar a algo que está por venir (miedo, ansiedad) o a algo que funciona mal en su organismo (pánico, angustia).
Las creencias negativas e interpretaciones catastróficas de la realidad más frecuentes son las siguientes (Solvey & Solvey, Terapias de Avanzada, Buenos Aires, 2006):
- “Las palpitaciones son señal de infarto”.
- “Los mareos son señal de ataque cerebral”.
- “El cosquilleo en las manos es señal de infarto o ataque cerebral”.
- “Me voy a desplomar”.
- “Me falta aire, no podré respirar y me asfixiaré”.
- “Cualquier señal corporal inexplicable, es señal de un proceso interno catastrófico e imparable”.
- “Si consigo atención médica inmediata aun podría salvarme”.
- “Una perturbación tremenda puede ocurrir en cualquier momento”.
- “Nada puedo hacer para evitarlo yo solo”.
- “Si tengo acceso a un médico o a alguien de confianza, puedo evitarlo o mitigar sus tremendas consecuencias”.
- “Cualquier sensación corporal puede ser un signo de que empieza el proceso demoledor”.
- “Si este proceso no es frenado, puede acelerarse hasta llegar al desastre final (muerte por sofocación, infarto, etc.)”.
Pablo Pérez García, Psicólogo (Gijón, Asturias).
Algo me preocupa: en el cuadro de mandos de mi coche hay un piloto rojo permanentemente encendido. Quizá sea algo importante. Lo llevaré al mecánico a que me lo mire.
En el taller el mecánico se muestra muy seguro, parece que sabe lo que tiene entre manos. Se lleva mi coche adentro, lo revisa, algo hace y, aunque yo no sé lo que es, confío en él. Él es el profesional.
Al rato me entrega el coche y me dice que ya está arreglado. Compruebo el cuadro de mandos y, en efecto, el piloto ya no se enciende. No sé lo que ha hecho pero supongo que ha resuelto la avería. Al fin y al cabo él es el profesional, él sabe y, aparentemente, ha resuelto el problema. Puedo irme tranquilo. Le doy las gracias, le pago y me voy…
¿Se iría tan tranquila esta persona a los mandos de su vehículo si supiera que el “arreglo” del mecánico consistió simplemente en quitar el fusible correspondiente y por eso el piloto se apagó?
¿Se iría tan tranquila esta persona si supiera que el piloto indicaba falta de aceite y que, ahora que no luce, en cualquier momento el nivel de aceite puede bajar tanto que se rompa el motor?
Y si llega a romperse el motor por falta de aceite… ¿Tendrá esta persona suficientes pruebas para denunciar al mecánico? ¿O será su palabra contra la de él, que es el profesional y está respaldado por su gremio y, en todo caso, sus fallos están cubiertos por una entidad aseguradora y su responsabilidad es limitada?
¿Y qué pasaría si en vez de estar hablando del piloto del aceite estamos hablando de un dolor de pecho?
¿Qué pasaría si en vez de hablar de un mecánico hablamos de un médico?
¿Qué pasaría si en vez de quitar un fusible para que no luzca el piloto receta un ansiolítico para el dolor de pecho?
¿Qué pasa si en vez de hablar de un coche estamos hablando de nuestro organismo?
¿Qué pasaría si en vez de la falta de aceite estamos hablando de la Ansiedad?
¿Saldría la persona tan tranquila de la consulta del médico si supiera que lo que ha hecho prescribiéndole el ansiolítico (o pastilla para los nervios, Ansiedad, Estrés) es lo mismo que ha hecho el mecánico quitando el fusible?
¿Se iría tan tranquila la persona si supiera que tomando la pastilla lo que consigue es apagar el “chivato” o la luz roja que indica que algo no va bien?
¿Se iría tan tranquila si supiera que tomando la pastilla lo que consigue es no percibir el malestar hasta que la “avería” sea grave?
¿Se iría tan tranquila si supiera que los efectos adversos de los fármacos son la razón fundamental de que la Iatrogenia (las enfermedades resultantes de los tratamientos médicos) sea una de las principales causas de muerte en el mundo?
Pablo Pérez García, Psicólogo O-2138
Experto en Psicopatología y Salud.
Cuando nos disponemos a hacer una presentación frente a un público, ya sea dar una charla, exponer las cualidades de un producto que queremos vender, una clase magistral ante unos alumnos, un concierto en un auditorio, una representación escénica, informar de una propuesta a un grupo de accionistas o inversores, defender un proyecto, exponer oralmente una materia, etc., nuestro organismo se activa.
Esta activación del organismo puede aparecer tanto antes (ansiedad) como durante (estrés) la presentación y su intensidad varía mucho de una persona a otra y también de una situación a otra aun para la misma persona.
Cuando esta activación fisiológica tiene una intensidad adecuada nos permite disponer de capacidades y recursos de inteligencia, de convicción, de observación, de concentración, etc. que nos ayudan y nos encaminan al éxito.
Sin embargo, esta activación muchas veces es exagerada y produce temblores en las piernas o en los brazos, sequedad de boca, confusión mental, nauseas, malestar abdominal, dolores de pecho o de cabeza, rigidez e incluso parálisis. Estos síntomas de activación exagerada nos ponen aun más nerviosos y la cosa va de mal en peor. Nos dan ganas de evitar esa situación (sin nos sentimos así antes) o de que termine cuanto antes y no vuelva a suceder (cuando nos sentimos así en el transcurso) y esto genera una limitación de nuestras capacidades, de nuestras posibilidades de éxito social, personal o profesional.
Aunque las técnicas de relajación convencionales y la auto-hipnosis pueden ser efectivas para controlar estos nervios (estrés, ansiedad, miedo) requieren un periodo de entrenamiento que puede ser demasiado largo para el ritmo de vida actual.
EFT es una técnica revolucionaria del campo de la auto-ayuda y el mejoramiento personal que compendia conocimientos de acupresión, kinesiología, psicoterapia y otros campos, que se aprende de manera rápida y fácil y se puede aplicar en menos de un minuto para generar una regulación general del Sistema Nervioso Autónomo y el Sistema Límbico, los principales responsables de las emociones y sensaciones de estrés, ansiedad y miedo, produciendo una mejoría inmediata de los síntomas físicos (temblores en las piernas o en los brazos, sequedad de boca, confusión mental, nauseas, malestar abdominal, dolores de pecho o de cabeza, rigidez e incluso parálisis) y cognitivos (miedo, inseguridad, evitación).
EFT defiende que la causa del malestar emocional es un bloqueo de nuestro sistema energético, entendiendo por tal lo que defiende la acupuntura china, es decir, que paralelamente a nuestro sistema sanguíneo formado por venas y arterias, discurre otro sistema energético que tiene la misma importancia o más que el anterior y que posee una serie de puntos concretos y localizados sobre los que se puede intervenir.
Es decir, mientras que en psicología tradicional partimos de que una situación o experiencia determinada genera una emoción negativa y ésta el malestar, en EFT mantenemos que la situación genera un bloqueo en el sistema energético corporal que a su vez provoca la emoción negativa asociada, siendo así que, cada vez que ese bloqueo se active, experimentaremos de nuevo la emoción negativa que produce (ira, culpa, tristeza, ansiedad, dolor).
La buena noticia es que podemos intervenir y liberar ese bloqueo en poco tiempo: al emplear EFT sobre esos puntos del sistema energético mientras pensamos en el problema equilibramos ese sistema eliminando el bloqueo energético para ese problema emocional concreto y como consecuencia de ello el malestar emocional desaparece.
El método consiste en estimular una serie de puntos de acupuntura con los dedos mientras nos mantenemos centrados mentalmente en el asunto concreto a tratar.
Se necesitan tan sólo unos minutos y produce normalmente un alto grado de eficacia, incluso donde muchas otras terapias o técnicas no lo habían conseguido.
A veces sorprende la rapidez con que se obtienen resultados y la persona pregunta si es para siempre. La experiencia con otras terapias, donde habitualmente se suelen emplear bastantes sesiones y tiempo induce a plantearse esa pregunta. Pero la respuesta es sí, cuando se elimina un problema emocional concreto, suele ser permanente. EFT no elimina los recuerdos, es decir, si uno ha tenido una experiencia traumática permanecerá en la memoria, pero se verá de forma diferente porque las emociones asociadas a la misma habrán desaparecido.
En algunos casos, al tratar el problema y lograr reducirlo surgen otros aspectos relacionados que estaba siendo tapados por el mismo. Por ejemplo, podemos lograr eliminar el malestar que una migraña venía ocasionando pero entonces aparece una ansiedad que estaba siendo cubierta por el dolor. Es evidente que habrá que tratar ese nuevo problema que estaba ahí pero que el principal ocultaba. Es decir, pueden necesitarse varias sesiones no debido a que la técnica no resulte eficaz sino a que había otros problemas enterrados que afectaban negativamente a la persona y contribuían a su malestar.
Evidentemente, al leer lo anterior podemos pensar que se trata de algo sin fuerza ni utilidad alguna porque ¿cómo va a existir algo que funcione en todos esos problemas tan distintos aparentemente?
Precisamente porque esa diferencia es eso, aparente, ya que en realidad tras todos esos problemas están nuestras emociones que son el filtro que interpreta y determina cómo actuar y sentir.
En el caso de la Fibromialgia, sabemos muy bien que el dolor y las molestias están ahí constantemente provocando una fuerte carga emocional negativa que incide de nuevo en el dolor, creando así un círculo vicioso del que a veces resulta difícil salir.
En las Migrañas ocurre lo mismo, el componente emocional es importantísimo cuando no fundamental para su solución.
No olvidemos que las emociones negativas como los celos, culpa, ira, agresividad, tristeza, están detrás de múltiples problemas, incluso físicos.
Tratando esa causa primera es evidente que se solucionará el resto, recuperando un bienestar vital que echamos de menos y creemos perdido para siempre.
Como Einstein ya afirmó, todo es energía, incluso en nosotros. Ese tipo de emociones comentadas producen bloqueos en nuestro sistema energético y EFT actúa desbloqueándolo, logrando que le energía vuelva a fluir armoniosamente solucionando de paso cualquier problema que tuviese su raíz en ello.
Entre el exterior y nosotros están nuestras emociones que determinan la forma en que enfrentamos el mundo y todo lo que nos rodea y, normalmente, suele reflejar en forma de diferentes problemas todo lo que nos afecta, tanto lo que no dejamos salir (tensión, ira, estrés) como lo que no queremos que entre, aunque estemos deseando que lo haga (relaciones, timidez, comunicación, etc.).
De todas las técnicas que conozco debo decir que la EFT es la más efectiva, rápida y sencilla de todas. La técnica de Liberación Emocional funciona donde nada antes ha funcionado a veces sorprendentemente. EFT actúa eficazmente en la mayoría de todos estos problemas. Se requieren pocas sesiones, a veces una sola, y por lo tanto las ventajas en cuanto a coste y tiempo son enormes.
No somos vegetales, sentimos, pero ese “sentir” debe permitirnos crecer, abrirnos las puertas de la libertad y no constreñirnos ni limitarnos, y para eso, EFT es indudablemente la técnica más eficaz que conozco para ayudar a la persona a librarse del sufrimiento y contribuir a su desarrollo personal y profesional.
No se pierde nada por intentarlo.
Juan Pedro Valencia
Psicólogo, Madrid
eftpsicologia@yahoo.es
http://eftpsicologia.blogspot.com/
En todo el mundo está naciendo actualmente una Nueva Terapéutica de las Emociones, sin medicamentos ni largas charlas psicológicas.
Recientes descubrimientos en neurociencia cognitiva nos indican que la inteligencia y la memoria emocionales son más accesibles a través del cuerpo que del lenguaje. Por ello en las últimas décadas se han desarrollado nuevos tratamientos como EFT, EMDR, OEI, TFT o Auriculoterapia que actúan a través de la estimulación táctil, visual o auditiva (o también con agujas en el caso de la Auriculoterapia) y logran una importante efectividad añadida a los tratamientos convencionales que se venían utilizando hasta ahora, como el psicoanalisis, los tratamientos cognitivo-conductuales o la medicación.
Esta Nueva Terapéutica de las Emociones es integradora. Reúne conocimientos de campos tan variados como las neurociencias, la kinesiología o la acupuntura, la medicina y la psicología. Es también holística, ya que no trata aisladamente el síntoma o manifestación del problema, sino que resuelve las causas atendiendo a la persona y su organismo como un todo inseparable, ya que mente y cuerpo, cerebro emocional y fisiología están estrechamente unidos.
Miembros de una sociedad occidental y de países desarrollados, el hambre, la guerra o la falta de techo no representan un peligro inminente para la mayoría de nosotros. Nuestra mayor amenaza proviene de dentro: las tensiones, la inseguridad y la insatisfacción, el tedio, la frustración y la apatía (trastornos relacionados con el estrés, la ansiedad y la depresión) constituyen entre el 40-70% de las consultas de medicina general.
Esta nueva corriente terapéutica de las emociones arroja mayor luz sobre las causas y la vía de salida de estos atolladeros emocionales que representan la mayor fuente de infelicidad en nuestras vidas.
Pablo Pérez García, psicólogo
Teléfono: 629 835 699
pablo@akapsico.com
Gijón, Asturias.
Para mayor información sobre los trastornos y tratamientos del estrés, la ansiedad y la depresión PINCHE AQUÍ.
Las personas con alta hostilidad responden a gran variedad de estímulos con elevada reactividad simpática, que genera mayor actividad cardiovascular y endocrina. Ambas sobreactivaciones aumentan la posibilidad de sufrir arteriosclerosis. La arteriosclerosis o estrechamiento de las arterias puede ser producida por ambos fenómenos, uno mecánico (presión sanguínea) y otro bioquímico (adrenalina, noradrenalina, cortisol). El síntoma más común de la arteriosclerosis es la angina de pecho, debido a que no llega suficiente sangre al corazón. También hay posibilidad de trombosis.
Además la hostilidad va acompañada de la emoción de ira, que por si sola ya genera inhibición parasimpática, con lo que el sistema inmunológico pasa a funcionar deficientemente y, en general, todos los procesos de recuperación del organismo destinados a preservar la homeostasis o equilibrio general del organismo. De este modo la persona hostil e iracunda es más susceptible a padecer enfermedades.
La hostilidad genera cinismo (los demás son percibidos como egoístas e interesados), desconfianza y denigración del otro. Este sesgo cognitivo condiciona la motivación para establecer vínculos sociales, que disminuye, y moldea el estado anímico con que nos acercamos a los demás: más desconfiado, más cínico. Esto provoca por sí mismo un deterioro de la calidad de la relación, con el consiguiente rechazo del otro. Todo ello reduce el apoyo social para la persona hostil, y cuando vive conflictos emocionales o pasa por problemas carecerá o desaprovechará las muestras de afecto y apoyo, que tan buen resultado dan para resolver problemas. Consiguientemente, los estados anímicos de la preocupación (pensamiento displacentero hacia el futuro) y la rumiación (pensamiento displacentero hacia el pasado) se alargarán y se harán más profundos al no verse beneficiados por el apoyo social. Así estos trances de bajo bienestar se dilatan y agravan, y disminuyen los niveles de salud en general.
La hostilidad parece producir una disminución de la salud de manera indirecta a través de la potenciación de hábitos insanos, tales como fumar, beber alcohol o comer en exceso.
La focalización de la atención en el cinismo, la desconfianza, etc. provoca un mayor acercamiento a estímulos de este tipo, con lo que la persona se ve envuelta en sucesos vitales estresantes más a menudo, lo cual, pronunciado por la falta de apoyo social, aumenta los perjuicios en salud.
La hostilidad, al generar peores estrategias de afrontamiento (pesimismo, centrado en las emociones, etc.) también puede incrementar el riesgo de padecer ansiedad y depresión que, además de su gravedad intrínseca, pueden generar otros trastornos para la salud.
La hostilidad también produce un incremento de las emociones negativas, que por si solas producen mayor reactividad fisiológica con la consiguiente perdida de homeostasis.
Cuando las contrariedades ocurren frecuentemente a lo largo del día y de la semana, pasan a tener gran impacto sobre el individuo, ya que una tras otra se van acumulando y sus efectos se van sumando hasta llegar a provocar graves deterioros en la conducta. Este cúmulo de contrariedades lo puede percibir el individuo como estrés diario.
Aunque los efectos sobre la salud de estos estresores diarios o contrariedades parecen obvios por su cercanía en el tiempo y porque su significado es bastante puntual y claro, cuando estas vivencias de estrés diario están asociadas a situaciones concretas, si el contexto es frecuentemente el mismo y la persona carece de capacidades de afrontamiento efectivas, el malestar que ocasiona el enfrentarse a estas situaciones a diario es grande, y la persona precisa de experiencias positivas compensatorias para reducir el estrés que le generan. Si carece de ellas, la continuidad de estas situaciones cronifica la respuesta de estrés y los efectos sobre la salud y el bienestar se multiplican.
Hay investigaciones que relacionan peores niveles de salud con experiencias previas vividas como contrariedades. Las contrariedades también se relacionan con la enfermedad de Crohn (este proceso inflamatorio crónico, con dolor intestinal, diarrea, vómitos y nauseas, condiciona en el individuo que lo sufre un estado de ánimo más negativo, que a su vez repercute en sus actitudes hacia sí mismo, hacia la enfermedad y hacia los demás, que acentúan la percepción de amenaza y estrés de manera estable), con el síndrome de intestino irritable (que con su alta prevalencia y el tratamiento medico sintomático que recibe, también lleva a esa actitud de recelo, cinismo e irritabilidad emocional que tanto se relaciona con la agresividad y el estrés crónico), con la artritis reumatoide y las migrañas (el padecimiento de estos trastornos condiciona una actitud más negativa y tendente al estrés y la hostilidad como rasgo), con la enfermedad arterial coronaria y respuestas cardiovasculares acentuadas (directamente relacionadas con la respuesta de estrés), y con, en general, mayor riesgo de padecer enfermedades infecciosas y un decremento en la efectividad del sistema inmune que traen consigo una pérdida de calidad de vida y bienestar que tiende a sesgar las actitudes y conductas del individuo hacia la desconfianza, el cinismo, la hostilidad, negativismo, etc., que tanto acentúan el carácter tendente al estrés crónico.
Cuando los sucesos diarios vividos como contrariedad son recurrentes, tienden a producir una cronificación del estrés. La diferencia entre entender, por ejemplo, que mi relación de pareja es mala y me está produciendo una situación de estrés crónica, o pensar en que no soporto ciertas actitudes y costumbres de mi mujer, que son puntuales pero que se dan varias veces a lo largo del día y día tras día, recurrentemente, puede ser muy relativa y subjetiva para la persona que lo sufre, y difícil de establecer para el profesional que debe hacer un diagnóstico diferencial entre ambas.
La sobrecarga laboral que puede provocar una situación crónica de estrés, a su vez provocará distintas situaciones estresantes como encargos que uno no tiene tiempo a llevar a cabo debido a esa sobrecarga laboral y que pueden ser conceptuados como estresores diarios, pero vinculados a una situación de estrés crónico. De manera que las contrariedades diarias pueden llegar a generar un estrés crónico si se repiten una y otra vez en el tiempo, y una situación vivida como estresante que se repite y genera un estrés crónico puede manifestarse a través de distintos sucesos puntuales diarios o contrariedades.
Tanto los estresores diarios puntuales como los estresores crónicos, dependen en buena parte de la conceptualización que el individuo hace del hecho o de la situación y de los recursos de afrontamiento que posee, que a su vez vienen marcados por las experiencias anteriores y las relaciones tempranas. De modo que el hecho de vivir como contrariedades ciertos sucesos cotidianos y como estresantes ciertas condiciones de vida, igual que tiene un componente objetivo (el ruido o la contaminación son dañinas en sí y empobrecen la calidad de vida), también tiene uno subjetivo y que puede, en muchos casos, ser el mismo los dos casos. No poder superar, por ejemplo, el trato desconsiderado de un compañero de trabajo, con estrategias como son el ignorar sus comentarios, la paciencia, la alianza con otros compañeros, el contraataque, etc. que se percibe manifiestamente, es una fuente de estrés crónico que genera, a su vez, situaciones diarias potencialmente estresantes. Un trauma relacional temprano o un vinculo inadecuado con el cuidador primario generará un deficiente desarrollo de las estrategias de coping, derivadas de una regulación emocional poco adaptativa, lo cual permite que el mal carácter de un compañero (que ni siquiera ha de ser tal, puede ser nuestra propia percepción sesgada por nuestras experiencias negativas la que nos haga verle de esa manera) nos genere una respuesta de estrés o distrés altamente perturbadora.
Por otro lado, el rebosamiento del estrés, debido a una situación de estrés crónica, puede llevar a focalizar la atención en las características negativas de las situaciones diarias, así como a interpretarlas de una manera aun más negativa, pasando a vivir situaciones triviales diarias (un atasco, por ejemplo) como contrariedades, de manera que el verdadero estresor queda enmascarado por una especie de acting en el que uno se queja de algo que tiene poca importancia o carece de ella, para así desplazar su atención y esfuerzo de la situación que primariamente le está provocando el malestar, y que es mucho más importante, precisa de más esfuerzo y genera más miedo y evitación, a otra secundaria (este es un mecanismo que tiene mucho que ver con los rasgos obsesivos y fóbicos). Esta situación de rebosamiento bien puede venir debida a experiencias anteriores negativas y vínculos tempranos inadecuados, que limitan al individuo para afrontar y resolver sus problemas, tomando como salida el desplazamiento hacia cuestiones secundarias.