La Ansiedad es un estado de desasosiego, de miedo, de angustia, de intranquilidad, de desequilibrio.
La Ansiedad toma muchas formas. Es algo así como el agua, que puede mostrarse en distintos estados y formando parte de múltiples compuestos.
La Ansiedad puede aparecer, principalmente, en forma de:
Ansiedad Generalizada (TAG)
Fobias Específicas
Fobia Social
Estrés Postraumático (TEPT)
Angustia-Pánico
Obsesiones y Conductas Compulsivas (TOC)
Estrés agudo
Agorafobia
CUANDO uno vivió una situación que no pudo asimilar, que le superó, y le abruman sensaciones o imágenes de insatisfacción, un diálogo interno angustiante, emociones negativas como la culpa, la angustia o el miedo cada vez que recuerda aquel hecho, y esto sucede más a menudo de lo dignamente soportable, entonces podemos hablar de Trauma Psicológico.
Existen muchas situaciones potencialmente traumáticas así como muchas manifestaciones encubiertas de un trauma psicológico (aquello que nos genera malestar puede ser algún estímulo asociado al Trauma, y no el trauma como tal. Una de las manifestaciones, más o menos encubiertas, más comunes de los Traumas Psicológicos son los Trastornos de Ansiedad (Pánico, Angustia y Agorafobia, Ansiedad Generalizada, Fobias, etc.).
CUANDO disponemos de las capacidades necesarias para asimilar las situaciones que la vida pone en nuestro camino, entonces “atravesamos” esas situaciones, aprendemos y nos desarrollamos a través de ellas. Si, por el contrario, se nos presenta una situación que no somos capaces de asimilar e integrar en nosotros mismos, porque no disponemos de las capacidades suficientes – y las capacidades requeridas para asimilar, pongamos por caso, un maltrato cuando somos niños, o un terremoto o un grave accidente cuando adultos, son, aproximadamente en un 25% de los casos, insuficientes o inadecuadas– entonces podemos decir que “la situación nos atraviesa”, y con ser atravesado quiero decir que la experiencia deja una herida, una marca, una brecha que rompe y desorganiza la integridad de nuestro ser e impide el desarrollo sano de nuestra propia existencia. Entonces podemos hablar de Trauma Psicológico.
Aquello que forma parte de nosotros mismos pero no integramos, no asimilamos ni aceptamos, no comprendemos, queda reprimido, sojuzgado, contenido en cierta manera, aislado del resto. Todo Trauma conlleva una represión que consume energía del organismo y resta capacidades al sujeto para afrontar el estrés diario.
Cualquier defensa que conlleve una evitación del Trauma Psicológico es, a largo plazo, inefectiva. El enemigo está adentro, nos corroe las entrañas, no podemos sacárnoslo de encima porque es parte de nosotros mismos, es como un cancer que extiende sus ramificaciones imparablemente, un cancer que confundimos con un organismo enemigo y que en realidad es una rebelión de nuestras propias células. La persona pasa por la vida, pero también la vida pasa a través de la persona, y deja rastro, a veces huellas indelebles y dolorosas por las que no pasa el tiempo (Traumas Psicológicos). Estos Traumas Psicológicos pueden ser atajados, comprendidos, asimilados, transformados y superados con ayuda de una buena psicoterapia. Estudios clínicos demuestran que EMDR (Técnicas de Reprocesamiento) así como TFT (Técnicas Energéticas) son algunas de las terapias más eficaces para resolver estos Traumas Psicológicos y las manifestaciones asociadas como, por ejemplo, los Trastornos de Ansiedad.
Firma: Pablo Pérez García
Psicólogo, Coleg.: O-02138
Experto en Psicopatología Y Salud
pablo@akapsico.com
Teléfono: 629835699
En la mayoría de las Fobias (tanto Fobias Específicas como Agorafobia) se puede constatar una relación directa con un Trauma Psíquico padecido por la persona con anterioridad al desarrollo del trastorno. Este Trauma Psíquico puede ser recordado por el paciente previamente al tratamiento, o ser recordado por este en el transcurso del tratamiento con Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral (EMDR, TIC, etc.)
Como antecedente histórico es interesante citar a Pavlov (1849-1936) y sus experiencias con reflejos condicionados en perros, a partir de los cuales el norteamericano John B. Watson (1878-1958) creador del movimiento conductista, indujo una Fobia hacia un conejo blanco en un niño de un año de edad (“el pequeño Albert”) al asociar la presencia de ese animal con un ruido intenso. Luego el niño generalizo su temor hacia los objetos peludos y blancos. Este modelo fue llamado “condicionamiento clásico”.
Se puede afirmar que de esta manera generó una Fobia a partir de un Trauma Psíquico, pues para un niño de un año un ruido intenso es amenazante y hasta puede ser traumático.
Sin embargo, se dan casos en que la persona presenta una Fobia Específica pero no parece existir un Trauma Psíquico relacionado, el paciente no tiene ningún recuerdo traumático que identifique como posible responsable de dicho malestar.
Esto puede deberse a que la situación traumática fue de tal intensidad o fue vivida con tanta angustia, que la mente de la persona decidió crear una amnesia para protegerla de un recuerdo tan doloroso. Esta estrategia pudo ser útil en aquel momento pero, en la actualidad, está contribuyendo a la permanencia del trastorno. El recuerdo de aquel momento permanece en la persona “disociado”. Estas Disociaciones (recuerdos o aspectos de recuerdos reprimidos, censurados y apartados) tienden a aparecer en el transcurso del tratamiento con Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral (EMDR, TIC, Cromo-TIC, etc.)
Otra razón por la que una Fobia puede parecer no estar ligada a ningún Trauma Psíquico es que este corresponda a una etapa muy temprana del desarrollo, a los primeros años de vida (Trauma Temprano), entorno al nacimiento (Trauma perinatal) e incluso anterior (Traumas intrauterinos y prenatales).
En todo caso, el tratamiento con Técnicas de Reprocesamiento e Integración Cerebral (EMDR, TIC, Cromoterapia Auricular para el Trauma Psíquico, Cromo-TIC, etc.) que yo utilizo en combinación con técnicas de Psicología Energética o Tapping (EFT, TFT) tienden a generar mejorías notables en pocas sesiones.
Pablo Pérez García, Psicólogo Col. O-2138
Experto en Psicopatología
Atención en Oviedo y Gijón
Tfno: 629835699; mail: pablo@akapsico.com
Aunque es contrastable la estrecha relación entre traumas y fobias, esta no siempre es manifiesta o directa.
Si bien es muy infrecuente encontrar una fobia hacia un objeto totalmente inocuo, es decir, solemos encontrar fobias a arañas más que a mariposas y a cuchillos más que a cucharas, no necesariamente ha de ser el objeto fobígeno (el desencadenante habitual de las respuestas fóbicas) el causante de la situación traumática originaria a partir de la que se desarrolló dicha fobia (no es necesario ni frecuente que la persona haya sufrido heridas graves por cuchillo para desarrollar una fobia a los objetos punzocortantes –belonefobia, ni tampoco es necesario que haya quedado encerrado durante días en un cuarto oscuro para desarrollar una claustrofobia).
En muchos casos, la elección inconsciente del objeto fóbico viene condicionada por la edad del sujeto en el momento en que vivió la situación traumática.
Hay miedos que son normales a unas edades, como el miedo a la oscuridad o a que un monstruo salga de debajo de la cama, pero cuando permanecen una vez pasada esa etapa de la vida suponen un trastorno (una persona de 30 años con miedo a que un monstruo salga de debajo de su cama).
Una persona puede vivir una situación como traumática sin necesidad de sobrevivir a una catástrofe natural o sufrir la pérdida de un ser muy querido.
Si bien hay situaciones más potencialmente traumáticas que otras, es determinante la vivencia y la comprensión de la persona en relación a la situación acontecida para la pervivencia del trauma.
La edad con que se vive la situación traumática condiciona el aspecto de la fobia. Algunas características del contexto temporal y evolutivo, como pueden ser los miedos típicos de la edad, tenderán a quedar asociados, a través del trauma, a la activación emocional intensamente negativa, pudiendo instalárse en el futuro como desencadenantes de la respuesta fóbica.
Es también común que el objeto fóbico tenga características del contexto espacial en que se vivió la situación traumática (uno pudo vivir una situación traumática en la oscuridad o en ausencia de un ser querido y desarrollar un miedo patológico a la soledad o a la oscuridad, cuando el causante del trauma solamente estaba relacionado espacialmente con el objeto posteriormente fobígeno).
Así el fenómeno del desplazamiento es capaz de trasladar el miedo/repulsión/evitación de un objeto a otro a través de una asociación temporal o espacial, es decir, contextual. La persona fóbica experimenta la reacción de miedo/evitacion ante un objeto/situación relacionado contextualmente con el objeto/situacion causante del trauma, y no necesariamente hacia el causante directo, quedando así la relación en cierta medida enmascarada. Este fenómeno conocido como desplazamiento permite al sujeto, en una situación en la que se ve sobrepasado en sus recursos de afrontamiento para asimilar la experiencia, alejar su miedo/repulsión desde un objeto que le produce mayor conflicto hacia otro sobre el que percibe mayor capacidad y menor malestar. Esta estrategia de la psique que en un momento determinado puede resultar adaptativa y hasta necesaria, con el tiempo se convierte en el sostén principal del trastorno fóbico.
A través del tratamiento con Reprocesamiento estas relaciones encubiertas se explicitan en la gran mayoría de los casos, permitiendo identificar el verdadero causante del miedo y acelerando la recuperación. En una pequeña minoría de casos no logra identificarse la situación original traumática, lo cual no impide que reprocesando las principales experiencias de reacción fóbica, el sujeto supere en gran medida, y en muchas ocasiones por completo, su miedo y el trastorno fóbico asociado.
La psicoterapia de Reprocesamiento con Técnicas de Integración Cerebral (TIC), produce una mejoría notable en el tratamiento y pronóstico de las personas aquejadas de trastornos fóbicos respecto de un abordaje desde una perspectiva cognitivo-conductual.
Desde la orientación cognitivo-conductual el tratamiento para fobias consta básicamente de Reestructuración cognitiva, entrenamiento en relajación y exposición.
La Reestructuración cognitiva tiende a ser el primer paso en el tratamiento de la fobia desde una orientación cognitivo-conductual. Se trata de, a través del diálogo, hacer ver al paciente lo irracional, inconveniente e insatisfactorio que resultan sus reacciones fóbicas.
Sin embargo hoy sabemos que la conducta fóbica no está necesariamente mediada por la corteza cerebral, sobre la que incide la reestructuración cognitiva, de manera que este paso puede ser sumamente ineficaz. Recientes investigaciones en neurofisiología nos informan de que las estructuras amigdalinas, máximas responsables subcorticales de desencadenar reacciones emocionales negativas, principalmente el miedo, inciden sobre el hipotálamo, máximo responsable de desencadenar la respuesta neuroendocrina, a través de la cual llegamos a experimentar las sensaciones corporales características (aumento de la frecuencia cardiaca, aumento de la presión sanguinea en las extremidades para huir, parálisis en algunos casos, etc.) por dos vías distintas: una, a través de la corteza, por la cual el razonamiento, y por tanto la reestructuración cognitiva, sí mediaría en la respuesta de miedo-huida; y otra directa, que no pasa por la corteza cerebral y sobre la que, por lo tanto, no tiene ninguna capacidad de acción la corteza cerebral ni tampoco la reestructuración cognitiva del enfoque cognitivo-conductual. Esta vía directa que conecta las estructuras amigdalinas con el hipotálamo se activa en situaciones de emergencia, en las que el organismo entiende que no hay tiempo suficiente para pensar detenidamente sobre qué respuesta sería más conveniente y cuál menos, es decir, es la vía preferente de conexión estructuras amigdalinas-hipotálamo de las respuestas fóbicas, en las que la reacción al estímulo fóbico es inmediato y la necesidad de evitarlo imperante.
Esta es una razón de peso para entender porqué la reestructuración cognitiva y el enfoque cognitivo-conductual en el tratamiento de las fobias ofrecen resultados muy inferiores a los que ofrece el Reprocesamiento con Técnicas de Integración Cerebral (TIC).
Por otro lado, en la mayoría de los casos, la persona ya reconoce la irracionalidad de su conducta fóbica y, a pesar de ello, no puede evitarla. Esta es una razón por la cual la reestructuración cognitiva puede resultar tediosa para el paciente en cuanto que el psicólogo de orientación cognitivo-conductual está tratando de hacerle ver algo que ya sobradamente comprende.
Pablo Pérez García, Psicólogo, Experto en Psicopatología, Graduado TIC.
Amaxofobia es la fobia a conducir un vehículo.
Debemos distinguir, como en otros casos de miedos extendidos entre la población en general, entre un miedo llevadero y un miedo extremo con fuerte tendencia a la evitación (fobia).
Aproximadamente un 33% de la población, con pequeñas diferencias según países, sufre sensaciones de estrés y ansiedad antes y durante la conducción.
Un tercio de los conductores españoles sufre este problema, en una proporción de mujeres que duplica a la de varones. Sin embargo, sólo el 6% de ellos entra en la categoría más grave, en la que el miedo se convierte en una sensación paralizante, capaz de provocar angustia (fobia que puede venir acompañada de crisis de angustia/pánico). Quienes lo padecen (un 4% de mujeres y un 2% de hombres) pueden experimentar ideas irracionales y negativas, dificultades para dormir, sudoración excesiva, temblores, dolor de estómago, taquicardias (complicaciones con otros Trastornos de Ansiedad).
Sólo en el último caso hablaríamos de trastorno fóbico.
La respuesta de estrés y emoción de ansiedad son habituales al volante y, más que constituir un trastorno fóbico, están relacionadas con las contrariedades diarias, la hostilidad y el ritmo de vida occidental. Lo que puede parecer un miedo o fobia también puede estar relacionado con un Estrés Postraumático (si ha sufrido o visto de cerca un accidente de tráfico). En este caso es común que el miedo o las sensaciones de malestar se relacionen con contextos específicos (conducir de noche, conducir por autopista, etc.)
Para reducir el malestar asociado a la respuesta de estrés al volante es interesante la práctica diaria de técnicas de relajación.
Cuando se trata de un trastorno fóbico, con o sin crisis de angustia/pánico, o de un Estrés Postraumático (TEPT) es interesante el trabajo de Reprocesamiento con Técnicas de Integración Cerebral (TIC).
En los casos de Bacilofobia y Misofobia el miedo patológico se centra principalmente en el material biológico, los olores corporales y la falta de higiene.
Estas fobias se vinculan con el aprendizaje para ir al baño y el control de los esfínteres. Además están relacionadas con la agresividad, tanto interna como externa, y la excitación sexual, así como con los aspectos escatológicos perinatales, por los que el recién nacido entra en contacto con distintas formas de material biológico (sangre, secreciones vaginales, orina e incluso heces).
Las personas que sufren estos trastornos no sólo temen ser contaminados ellos mismos, sino también el contagiar a los demás.
Son frecuentes los recuerdos en que se considera el esperma y el embarazo como algo sucio y peligroso.
Profundos enredos y una identificación con los contaminantes biológicos son, en muchas ocasiones, causa de una baja autoestima que conlleva una autodegradación y un sentimiento de repulsión hacia uno mismo. Esto suele asociarse con comportamientos que tratan de mejorar el exterior de uno, como en el caso del Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). Por ejemplo, rituales que suponen un esfuerzo por evitar o neutralizar la contaminación biológica (como la persona que se lava las manos u otras partes del cuerpo de manera compulsiva). Este comportamiento puede ser tan excesivo que llega a lesionar e incluso producir sangre en la piel.
Las Técnicas de Integración Cerebral (TIC) son especialmente indicadas, por su eficacia y rapidez, para resolver trastornos de este tipo.
Pablo Pérez García, Psicólogo.
Nota: este artículo no contiene fotos por respeto a las personas que sufren este trastorno.