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Reactancia psicológica


 Cuando la libertad de una persona para obrar de determinada manera se ve amenazada, la persona podrá experimentar una motivación, una fuerza interior que le lleve a recuperar esa libertad de acción perdida. De esta manera, cuando a una persona se le impide hacer algo, entonces podrá buscar la manera de resarcirse de esa limitación impuesta, y lo hará realizando la conducta a escondidas, realizando otra conducta similar o incluso la misma, eso sí, de modo encubierto o vicariamente (a través de otro u otros). Este fenómeno psicológico lo denominamos reactancia psicológica. El dicho “uno es maduro cuando hace lo que sus padres le dicen, a pesar de que se lo digan”, resalta la ironía de esta realidad psicológica.  

 

El fenómeno de la reactancia sólo se da en determinadas circunstancias: cuando la persona ha tomado la determinación por sí misma, ya sea de manera consciente o inconsciente, cuando el factor que amenaza esa libertad es potente, cuando la importancia de esa conducta que corre el riesgo de ser suprimida es grande para la persona y cuando no se reconoce la autoridad del agente que amenaza la libertad, entonces se despliega la reactancia.

 

Un fenómeno curioso que produce la reactancia psicológica es la infravaloración de las conductas permitidas y la sobrevaloración de las conductas prohibidas.

 

Este fenómeno psicológico lo podemos percibir en múltiples ámbitos de nuestras vidas. Cuando un adolescente, en plena búsqueda de libertad y autodeterminación se encuentra con una figura en la que no reconoce autoridad, como puede ser el novio de su madre o un profesor mediocre (para algunos adolescentes nadie tiene autoridad sobre ellos), toda indicación de esta figura, más aun si va en contra de aquello importante para él, como puede ser, por ejemplo, la formación de su grupo de amigos, tendrá el resultado contrario. Cuando un compañero de trabajo, con el cual te llevas mal, te indica que hagas lo que tú de mano ya pensabas hacer, coarta tu libertad para esa acción y está propiciando que tú hagas lo contrario. A poco que uno piense sobre este fenómeno percibirá cómo se ajusta a tantas y tantas situaciones vividas. Y siendo consciente de este fenómeno, cualquier persona tendrá en su mano una herramienta  eficaz para evitar conseguir lo que uno quiere evitar, porque a veces vivimos con tremendo conflicto una contrariedad de la cual somos, a través de este fenómeno de la reactancia, indirectamente responsables, y cuántas veces  no conseguimos, con todo el empeño del mundo, que un ser querido se encamine por la senda de la felicidad, de la salud, de la satisfacción o de cualquier otro concepto de importancia para nosotros, y qué frustración y desconcierto nos produce esto.

 

“El brazo del verdugo no es sino la manifestación del deseo de la víctima”.

 

 

 

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